¡Buenas noches, Sr. fínfano, compruebo que la flexibilidad de tus alas te permiten acudir raudo al flanco necesario. Recuerdo, fínfano, alguna anécdota que alguna vez me contaron, sí,... creo que era una referencia al gran político inglés Sir Winston Churchil, él usaba tirantes y... en un gesto brusco en la tribuna de oradores se le cayeron los pantalones, todos los parlamentarios empezaron a reirse. Con el aplomo de experimentado orador se subió los pantalones, se colocó los tirantes y siguió, sin inquietarse:"... puestas las cosas en su sitio...".
Pues eso, Sr. fínfano, ¡puestas las cosas en su sitio!, en ningún momento me ha molestado los escritos que me has dirigido, en ningún momento me has resultado pesado, al contrario creo recordar alguno en el que me distinguías con tu consideración, cosa que te agradezco.
Pues eso, Sr. fínfano, ¡puestas las cosas en su sitio!, en ningún momento me ha molestado los escritos que me has dirigido, en ningún momento me has resultado pesado, al contrario creo recordar alguno en el que me distinguías con tu consideración, cosa que te agradezco.
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