FINFANO, se te saluda, bienvenid@ al foro, a veces exiten controversias, a mi me parece que el que se discrepe en saludable. Yo no hablo de politica. Yo fuí quien denominó a Membrio pueblo fantasma, cariñosamente. Llegué a las 5 de la tarde, y no se veia a nadie por las calles, no quiero decir que no haya gente, hay poca gente, a eso me referia. Un Abrazo grande para los que están siempre y nos leen, que sabemos que el foro les entretiene.
A las cinco de la tarde.
eran las cinco en punto de la tarde.
El reloj del campanario dió la hora.
A las cinco de la tarde.
¡Ay que terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todo los relojes!
¡Eran las cinco en sombras de la tarde!
Saludos AMIG@
A las cinco de la tarde.
eran las cinco en punto de la tarde.
El reloj del campanario dió la hora.
A las cinco de la tarde.
¡Ay que terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todo los relojes!
¡Eran las cinco en sombras de la tarde!
Saludos AMIG@
Mi hermosa ENCINA, parafraseando al poeta por excelencia, hizo referencia tácita al llanto por la muerte de Sánchez Mejías; todo para referirse, desde la efímera melancolía que le intuí, a un pueblo fantasma. Su pueblo. Dudar del amor de ENCINA por su pueblo, es dudar del mío por ella. Pero, me consta, son momentos que se perciben; algo así, como si lo hubiese yo percibido a un tiempo. No es algo genérico, ni tan siquiera un juicio de valor. Es algo, que uno percibe, y así lo expresa. Como yo percibí, cierto día de invierno, lo que a continuación digo. Pero, reitero, es algo que yo percibí; otro, seguramente, sintió otra cosa; tan digna y, por supuesto, más sublime que la mía. Saludos. PC
INVIERNO DESPOBLADO
El invierno, en la esquina de esta tierra,
hiela tanto que quema. Doblemente hiela.
Es el viento que desnuda los espíritus,
es el manto con que se cubren las tejas.
En invierno, por aquí, la pena es más pena.
Es una pena otoñal amarrada con cadenas.
En este rincón- los que lo vivieron se darían cuenta-
la lluvia del invierno se dobla
hacia la tenue luz de las farolas viejas.
Las calles aúllan en la pasmosa soledad tétrica.
Cuando se apagan las chimeneas,
se oye, en el profundo silencio,
una melancolía preñada de tristezas.
¡Es verdad, cuando llueve, hablan las tajeas!
Pero, sin embargo, los canchos paren musgos
para celebrar el nacimiento de nuestra era.
INVIERNO DESPOBLADO
El invierno, en la esquina de esta tierra,
hiela tanto que quema. Doblemente hiela.
Es el viento que desnuda los espíritus,
es el manto con que se cubren las tejas.
En invierno, por aquí, la pena es más pena.
Es una pena otoñal amarrada con cadenas.
En este rincón- los que lo vivieron se darían cuenta-
la lluvia del invierno se dobla
hacia la tenue luz de las farolas viejas.
Las calles aúllan en la pasmosa soledad tétrica.
Cuando se apagan las chimeneas,
se oye, en el profundo silencio,
una melancolía preñada de tristezas.
¡Es verdad, cuando llueve, hablan las tajeas!
Pero, sin embargo, los canchos paren musgos
para celebrar el nacimiento de nuestra era.