Creo que la gente pierde la capacidad de sorprenderse porque diariamente presencia desastres que suceden en todos lados.
Las personas que tienen poco que hacer son por lo común muy habladoras: cuanto más se piensa y obra, menos se habla.
Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos.