La casa donde vivo cuando voy al pueblo dá por la parte de atrás a otra en la que vive un matrimonio ya mayor pero que están muy bien los dos para la edad que tienen, bueno pues estuve hablando mucho rato con esa vecina mía y hay que ver lo enterada que está de todas estas cosas modernas, me contó de cuando sus hijos eran chicos, más o menos de cada uno un poco, como eran y lo que hacían, la verdad, nos echamos unas buenas risas, todo lo que contaba era bueno, mezclado con alguna que otra travesura, a la vez que ella disfrutaba contándomelo, yo pensaba: que rato más bueno estoy pasando escuchando a mi vecina y que rato tan bueno está pasando ella acordándose de todas estas cosas de sus hijos, se la notaba en la cara mucha felicidad salpicada de vez en cuando por añoranza y un poco de nostalgía, pero sobretodo felicidad.
Después ya sólo en casa pensé: que rato tan bueno he pasado sin costarme ni un céntimo. Y saqué la conclusión de que para ser felíz algunas veces sólo hay que querer. A mí me hizo serlo mi vecina. Besos
Después ya sólo en casa pensé: que rato tan bueno he pasado sin costarme ni un céntimo. Y saqué la conclusión de que para ser felíz algunas veces sólo hay que querer. A mí me hizo serlo mi vecina. Besos