GARROVILLAS: 3...

3
<<CANCIÓN AL PUEBLO LIBRE>>
Hace unos veinte años, Jesús Pizarro Macías, escribió lo que sigue y que reproduzco porque me parece que ahora es muy actual.

Ya no se canta a la vida
al sueño y a la esperanza,
sólo se canta al dinero
a la muerte y quién la manda;
al rico y al usurero
monumentos se levantan.

Sangre corre por las calles,
por carreteras y plazas;
por la mar y por el aire
navega la muerte blaca,
con las siglas de la ONU
bajo bandera estrellada.

Ejércitos mercenarios
a los PUEBLOS avasallan,
cumpliendo perrunamente
lo que sus amos le mandan.

Pero luchar es humano,
sueño humano es la esperanza
y los pueblos que no luchan
ni sin pueblos ni son nada

CLARO QUE: le doy la vuelta al folio y leo esta dedicada A MI MADRE. La suya.
Cuando le apuntó que el día de las madres ya pasó, se me descuelga diciendo que el día de las madres no es uno determinado cualquier del año, sino que todos los días del año, ES EL DÍA DE LAS MADRES.

<<A MI MADRE>>
No puedo mirarte madre
porque temo que te mueras
sin yo poder hacer nada;
como se murió mi padre,
roto el corazón por dentro,
el alma muerta por fuera.
Cada suspiro un lamento,
un grito que desde dentro
me ahoga la vida entera.

Madre;
siento que me falta el aire,
siento que el dolor me puede,
siento que ya no me hiere
todo el infierno y su sede.
Madre; la vida es retoy,
es fantasía y quimera,
por ti madre yo la diera
pues que tuya fue primera,
y tú me hicístes como soy.

Madre;
yo vi morir a mi padre
llamándote con voz queda:
dime ¿Dónde está tú madre?
Anda, vé y dile que venga.
¿Cómo decirle a mi padre,
viendo cómo se moría,
que en tu demencia senil
ignorabas su agonía?
¿Cómo decirle que estabas
ignorante de su ausencia?,
clavada en mi su mirada
sin saber por qué tardabas.

Mientra él agonizaba
yo lo hacía de impotencia.

Madre;
siento llamar a mi puerta
y siento tu voz velada
llamándome atormentada
teniendo la puerta abierta.
Madre;
húmeda está mi almohada
por lágrimas derramadas
de noche en la madrugada
soñando con tus llamadas.

Madre;
surcos dicen borra el tiempo,
si se ara en las arenas;
cuando se hace en las venas
no lo borra ningún viento.
Arden mis venas por dentro,
hielo se vuelve mi sangre,
la muerte viene a mi encuentro
con lúgubre risa alegre.
Fría mirada en sus ojos,
la mía sin sentimiento,
ni siquiera siento enojos
al dar mi consentimiento.

Madre;
tengo en mi vida postrera
sentimientos de placer,
como si mi muerte fuera
susurro de amanecer.