Algo habia cambiado, no solo nuestro ciclo; Los
juegos en la
plaza ya no nos atraian. Teniamos un gran
campo de
futbol, donde podiamos colmar muchas de nuestras aspiraciones. Emular a nuestros hermanos mayores que en
verano, con el campo lleno se enfrentaban a los
pueblos cercanos. Nosotros, bisoños aún, observabamos, con cierta envidia, como las chicas de nuestra pandilla comentaban los lances del
juego ó mejor dicho de los jugadores. Ahí, estaba Sonia, con su forma muy peculiar de vestir, muy alejada
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