ALAGON DEL RIO: Félix Barroso: Monarquías...

Félix Barroso: Monarquías

21/09/2013

TTtocaba diestramente la pandereta y cantaba como los ángeles. Le decían Miguel "El Mono". Mozas y mozas formaban dos filas los domingos, en la plaza, y bailaban. Los días de fiesta grande, a la puerta de la iglesia. Miguel sabía muchos cantares. Uno de ellos decía: "Que el pueblo no quiere reyes,/que no quiere ser vasallo./Si reyes quieren algunos, la baraja tiene cuatro:/el de oros, el de copas,/el de espadas y el de bastos".

Todo ello me lo contaba Martina Dosado Alonso, más conocida por Ti Martina "La Lucapina". Hablé con ella en septiembre de 1985. Al año siguiente, en ese mismo mes, moría, con 103 años. "Miguel era primu carnal míu --me relataba--: era un jarriaqui, ¡qué bien cantaba y cúmu zamarreaba la pandereta! Peru se lo llevarun pa la guerra del moru, no lo pudun libral loh suh pádrih y ya no supun máh de él. Pa, llí quearía, lo matarían loh négrunh, digu yo. ¡Me dio mucha pena!"

Mucho ha llovido desde que el 23 de julio de 1969 Juan Carlos de Borbón prestara juramento ante Franco en el hemiciclo de Las Cortes: "Sí, juro lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino". El presidente de Las Cortes, Antonio Iturmendi, le respondió: "Si así lo hicierais, que Dios los lo premie, y si no, os lo demande". Las últimas encuestas (abril 2013) dan un rotundo suspenso (3,68) a la monarquía española. Parece ser que, como cantaba Miguel "El Mono", los españoles ya no quieren ser vasallos. Pese a la "omertà" de muchos medios, a flote han salido lo que parecen ser oscuros trapicheos del monarca: negocios no muy católicos en el mundo del petróleo, del tráfico de armas, de la especulación financiera, de las inmobiliarias-, lo que ha generado, según algunos, una importante fortuna. Añádase a ello las nada aconsejables amistades del Rey con los sátrapas medievales del Golfo Pérsico, sus cacerías y correrías amorosas y la corrupción que salpica a la Casa Real. Hasta en duda se pone ya su papel jugado el 23-F. Muchos creen que jugó a dos bandas. Y sobre sus huesos y muletas, su amiga (y algo más, al decir de otros) la aristócrata Corinna Sayn-Wittigenstein, acaba de afirmar que "El Rey es un anciano caballero que lucha por su salud".

La legitimidad de origen de la monarquía no es democrática. Pero, tristemente, algunos se empeñan en legitimar la herencia de la sangre. Así no es de extrañar que ediles del PP y del PSOE de Badajoz, con la oposición de IU, le dediquen, hace dos días, una avenida a la Reina. Cientos de ejemplos más podríamos traer a colación.

Luego, hipócritamente, el PSOE proclama en sus congresos el ir hacia un "republicanismo cívico", o insta a que el partido "recupere su mejor tradición republicana y elabore una estrategia democrática para la alcanzar la III República Española". Seguro que a los socialistas se les ha olvidado jugar al tute y no se percatan ya de que la baraja tiene cuatro reyes, como cantaba alegremente Miguel "El Mono", al que mataron los moros.


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