Quiero comenzar esta noche declarando mi profundo respeto por los creyentes y la Iglesia Católica, rogándoles que mis notas no sean tomadas como irreverentes por las briznas de humor que en ellas puedan deslizarse, sino como un condimento sin el cual no me está dado cocinar escritura alguna. Desta manera intento plasmar aquí una de las sensaciones más angustiosas que yo sintiera en mi adolescencia cuando, todavía acreedor de mucha fe, cometí la osadía –no sé si prematura- de hacer una lectura sosegada ... (ver texto completo)