TORRE DE MIGUEL SESMERO: La milanesa Lucía Borloni, fue Mis Italia con sólo...

La milanesa Lucía Borloni, fue Mis Italia con sólo dieciséis abriles, allá por el año 1947 del siglo pasado. Curraba por entonces en una pastelería y, como es de suponer por su edad y por el galardón, estaría de chupa pan y moja para arriba. Luego se hizo famosa como trabajadora en el llamado séptimo arte. Siendo ya famosa, se casó dos veces con el famoso toreador español Luis Miguel González Lucas; hijo y hermano de una saga grandes matadores, de toros, que todavía hoy, por medio de sus descendientes, siguen dándole lustre, soles y sombras, a esa forma de entender los conceptos de la vida y de la muerte. Dicen de él, que, respecto a las féminas, su lema era: “no merece la pena conquistar a una mujer de primera, si luego no puedes ir a contárselo a los amigos”.
También dicen que, si se casó dos veces con Lucía a mediados de ese siglo, una por lo civil y otra por la iglesia, fue para que Franco siguiera invitándolo a sus cacerías.
Ambos, Lucía y Luis Miguel, curtidos en ese mundo virtual donde se resaltan y se viven con tanta intensidad las emociones y, siendo como eran cada uno en su género primeras figuras y teniendo en cuenta sus diferentes orígenes sociológicos, parece normal que tuvieran entre ambos serias diferencias en cuanto a la forma de entender las relaciones entre ellos y ellos, con la sociedad en general.
Cuando yo era chico, recia moza, y estaba todavía más asilvestrado que ahora, aunque era igual de inocente y candoroso pero con menos mala leche; desde la falda sur del Monte Jacho, iba a buscar agua con un cántaro al manantial del entonces abandonado convento franciscano de Rocamador, con cierto canguelo en el cuerpo, eso sí, porque aquellas ruinas me impresionaban muy mucho, máxime teniendo en cuenta las leyendas que el boca a boca popular hacían circular por el entorno. Hoy, rehabilitado el edificio que con tanto trabajo y haciendo uso del dinero que obtenían de los diezmos y limosnas que el pueblo llano les daba o se veían obligados a darles, construyeron los frailes en ese privilegiado lugar, lo han convertido en un hotel de lujo. No sé si más o menos lujo que una casa rural, dicen, a la que llaman La Palacia y que está en la calle de La Torre del casco urbano del desalmendrado.
De uno de los hijos de este matrimonio, se ha dicho de casi todo, desde maricón, hasta otras lindezas no menos exquisitas, al parecer, porque ha salido más a la madre que al padre y porque, ha convertido sus saberes musicales y su arte interpretativo, en una manera como otra cualquiera, de obtener pasta gansa pero; que pese a todos los insultos y descalificaciones que la sociedad bien pensante de todos conocidas ha vertido sobre él, ha conseguido arrastrar detrás suya, a una enfervorizada cantidad de personas que disfrutan oyéndole y viéndole sobre un escenario. Pues bien, fiel como siempre a su tradición, no podían faltar en una villa como la nuestra; tan noble y tan principal, detractores venenosos que, tan inútiles, inoperantes y cortos de vista y de miras como siempre, volando como en ellos es habitual, a ras de suelo, expelen sin pudor su hedionda babaza, al objeto, de minusvalorándole a él y a su familia, horadar de paso, a una institución que dentro del organigrama político de todas las comunidades autonómicas que ahora conforman las Españas, es la encargada de gestionar y apoyar todo lo relacionado con el patrimonio cultural y artístico en todas sus manifestaciones, y que, entre otras cosas, ha rehabilitado a sus expensas, la iglesia del también convento pero de benedictinas menores, casa de nuestra patrona de piel morena, Finibus Terrae.
Pero no acaba ahí la cosa, incapaces de medirse en lo cultural e intelectual y rizando el rizo al máximo, vierten sobre uno de los autores de TIEMPO PERDIDO, (Guerra civil en Almendral 1936-1939), sus más sibilinos tóxicos escupitajos, olvidando premeditadamente, aquellos tiempos en los que le manoseaban con sus manazas las espaldas para obtener tal o cual prebenda. E intem más y ya puestos, a la familia torreña, Tristancho; aquella cuyo máximo exponente cultural fue el carpintero D. Ramón Tristancho García, (asesinado en el 36) cuya figura literaria y histórica tan bien han sabido retratar los historiadores Manuel Díaz Ordóñez y María Jesús Milán Agudo en su reciente libro, PRENSA Y REPUBLICANISMO RURAL EN EL BADAJOZ DEL SIGLO XX, (Las virtudes de la Memoria).
Apellido, Tristancho, que continúa hoy, entre otros, en un señor que además de buen cocinero y actor, está casado con otra Lucía, hija también de aquella con la que inicié este escrito, Lucía Borloni.
Salud.