Hola muchachos, al ver la foto de la Señora Eugenia, no he podido resistirme a escribir y así retocar una poesía que en su día escribí a esta mujer, mujer trabajadora, humana, sencilla y buena.
Esta Señora era y digo era porque ya murió, murió Eugenia, su espíritu y su bondad, siempre estará con todos nosotros.
Con el permiso de nuestro amigo Chele y su hermana Tenta.
La señora del pan, de constitución
delgada, alta, pelo blanco, morena
de fuertes brazos. Prepara la carga
de pan, no se ve, pues es de noche
todavía. El día no sabemos que
depara, días de agua, días de niebla,
de tormentas de aire sol ahí esta
Eugenia. Su sonrisa permanente, se
nos clava a la hora de mirarnos, por
eso cuando la vemos, todos
quedamos prendados. Trabajadora
implacable, modesta buena gente, a
lo lejos la veo venir, trae un burro
con cestos, cestos en los brazos y
en la cabeza, así andará todo el
pueblo, así es Eugenia. Todo el
mundo la conoce, pues los lleva su
sustento, el pan, ese pan que con
tanto trabajo lleva. No deja de
andar, ese pan que en todas las
casas se come, que se hace de
madrugada, que lo reparte Eugenia,
esta mujer soberana.
Cuantas horas, cuantos días, cuantos
años sin dejar de repartir, para
llevar a su casa un sueldo para vivir.
Cuantos trabajos pasados y que
pocos disfrutados, solo la queda el
consuelo, de sus hijos y sus nietos,
de su marido Pascasio, y de tanto
pan vendido para poder ir tirando.
En la calle Buena Vista vivia, esta
buena señora donde yo viví unos
años, al lado de esta persona.
Me despido, un abrazo, para la
señora Eugenia y su marido
Pascasio.
Esta Señora era y digo era porque ya murió, murió Eugenia, su espíritu y su bondad, siempre estará con todos nosotros.
Con el permiso de nuestro amigo Chele y su hermana Tenta.
La señora del pan, de constitución
delgada, alta, pelo blanco, morena
de fuertes brazos. Prepara la carga
de pan, no se ve, pues es de noche
todavía. El día no sabemos que
depara, días de agua, días de niebla,
de tormentas de aire sol ahí esta
Eugenia. Su sonrisa permanente, se
nos clava a la hora de mirarnos, por
eso cuando la vemos, todos
quedamos prendados. Trabajadora
implacable, modesta buena gente, a
lo lejos la veo venir, trae un burro
con cestos, cestos en los brazos y
en la cabeza, así andará todo el
pueblo, así es Eugenia. Todo el
mundo la conoce, pues los lleva su
sustento, el pan, ese pan que con
tanto trabajo lleva. No deja de
andar, ese pan que en todas las
casas se come, que se hace de
madrugada, que lo reparte Eugenia,
esta mujer soberana.
Cuantas horas, cuantos días, cuantos
años sin dejar de repartir, para
llevar a su casa un sueldo para vivir.
Cuantos trabajos pasados y que
pocos disfrutados, solo la queda el
consuelo, de sus hijos y sus nietos,
de su marido Pascasio, y de tanto
pan vendido para poder ir tirando.
En la calle Buena Vista vivia, esta
buena señora donde yo viví unos
años, al lado de esta persona.
Me despido, un abrazo, para la
señora Eugenia y su marido
Pascasio.
