Y seguimos a pesar del calor con personajes importante que pasaron por Orellana dejándonos gratos recuerdos.
Bonifacio Álvarez Rodríguez, fue un zagal que contaba 12 años cuando pasó por Orellana: Serrano y leones pernocto su primera noche en la casa del tío Ramón el “churro” el cual regentaba un bar (según información donde ahora esta el del “Capitán”). El destino final de este zagal fue la finca de la Sevillana ya en plena Serena.
Orellana la Vieja era el pueblo más visitado por estos pastores serranos, a él acudían para abastecerse de comida, consultar al medico y vender las aguanieves que cazaban…
Tiempo después ya casado su hijo Bonifacio Álvarez Lario recopilo los apuntes de su padre y edito un bonito libro titulado “Memorias de un Zagal”. Su paso y corta estancia en Orellana la describe así: De tanto hablarme de este pueblo ardía en deseos de conocerlo. Pasada la media tarde ya divisamos sus casas. Daba la sensación de ocupar bastante superficie. A lo lejos la blancura de las paredes de sus edificios, de planta baja en su mayoría, me hicieron pensar en una ciudad de ensueño. Paramos para pernoctar a medio quilómetro de las primeras casas. (Sin lugar a dudas en la era de la Cruz) Allí estaba mi padre, acompañado de otro señor, de mediana edad y de nombre Ramón.
Mientras el extremeño contemplaba el ganado, descargamos los jumentos. Tapamos con esmero los hatos por si llovía y finalmente mi padre distribuyó al personal en dos turnos para la cena, que estaba, al parecer, ya preparada en casa de Ramón, que regentaba uno de los bares del pueblo. Mala impresión me produjeron las primeras viviendas. Edificios de adobes o tapial, no comparables a las edificaciones de piedra de la montaña leonesa.
Sin embargo, la blancura de sus paredes les daba un saneado aire de elegancia y pulcritud. Las calles que pisábamos estaban empedradas de forma un tanto rudimentarias y en lamentable estado de abandono. De todas formas mi impresión no resulta del todo exacta, pues era de noche y el alumbrado mínimo.
Este zagal esta describiendo a Orellana desde la perspectiva de 1931 pero no solo de Orellana, también describe las fincas adyacentes ubicadas en el estado de la Serena, la Sevillana, Terrines, el Lato y Hato Ramiro donde finalmente se esquilaba el ganado.
Pues nuestro recuerdo para el zagal Bonifacio Álvarez Rodríguez que nació en “Remolina” pueblo montañés de León.
Desde Orellana. Víctor Sanz.
Bonifacio Álvarez Rodríguez, fue un zagal que contaba 12 años cuando pasó por Orellana: Serrano y leones pernocto su primera noche en la casa del tío Ramón el “churro” el cual regentaba un bar (según información donde ahora esta el del “Capitán”). El destino final de este zagal fue la finca de la Sevillana ya en plena Serena.
Orellana la Vieja era el pueblo más visitado por estos pastores serranos, a él acudían para abastecerse de comida, consultar al medico y vender las aguanieves que cazaban…
Tiempo después ya casado su hijo Bonifacio Álvarez Lario recopilo los apuntes de su padre y edito un bonito libro titulado “Memorias de un Zagal”. Su paso y corta estancia en Orellana la describe así: De tanto hablarme de este pueblo ardía en deseos de conocerlo. Pasada la media tarde ya divisamos sus casas. Daba la sensación de ocupar bastante superficie. A lo lejos la blancura de las paredes de sus edificios, de planta baja en su mayoría, me hicieron pensar en una ciudad de ensueño. Paramos para pernoctar a medio quilómetro de las primeras casas. (Sin lugar a dudas en la era de la Cruz) Allí estaba mi padre, acompañado de otro señor, de mediana edad y de nombre Ramón.
Mientras el extremeño contemplaba el ganado, descargamos los jumentos. Tapamos con esmero los hatos por si llovía y finalmente mi padre distribuyó al personal en dos turnos para la cena, que estaba, al parecer, ya preparada en casa de Ramón, que regentaba uno de los bares del pueblo. Mala impresión me produjeron las primeras viviendas. Edificios de adobes o tapial, no comparables a las edificaciones de piedra de la montaña leonesa.
Sin embargo, la blancura de sus paredes les daba un saneado aire de elegancia y pulcritud. Las calles que pisábamos estaban empedradas de forma un tanto rudimentarias y en lamentable estado de abandono. De todas formas mi impresión no resulta del todo exacta, pues era de noche y el alumbrado mínimo.
Este zagal esta describiendo a Orellana desde la perspectiva de 1931 pero no solo de Orellana, también describe las fincas adyacentes ubicadas en el estado de la Serena, la Sevillana, Terrines, el Lato y Hato Ramiro donde finalmente se esquilaba el ganado.
Pues nuestro recuerdo para el zagal Bonifacio Álvarez Rodríguez que nació en “Remolina” pueblo montañés de León.
Desde Orellana. Víctor Sanz.
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