Consejos
Ven acá, vecina,
ven presto y no llores,
güena gana tienis de desazonaltí
y aguantal a esí peazo de roble
que en lugal de jacelte caricias
te da desazones.
Bien te lo icia antis de casalti:
mira lo que jaces que no lo conocis
que aunque tieni la cara de güeno
tié los pies mu grandis pa dal tropicones;
piénsalo, vecina,
piensa que los hombres,
son unos hipróquitas, unos retunantes
y unos rebribones;
que son mu santitos cuando buscan novias;
mu trabajadores,
no les gusta el vino, se aburren juegando
y hablan sin dal voces.
Endispués que se casan, al prencipio ¡vaya!
peru luego rompen
con toa la bravura,
no escuchan razones,
se jacen gandules, van a la taberna,
jugan a las cartas, y dispués se cojen
una güena chispa, van hablandu alto,
y a callal, porque empiezan los golpes.
Más estiman el perro que tengan
pa cudial las cabrillas del monte,
que a la mesma mujel que los guisa,
que a la mesma mujel que los cose.
No hací mucho escuché a tía Leandra
que idia a su mario estas razones:
Netalí, ajuye al trabajo,
vaite con la yunta y el barbecho rompe,
que el que en el Otoño no siembra,
en Agosto tampoco arrecoge.
Piensa que la vida tié necesidaes
y que la familia subí mu de golpe,
que los reitos comín a la mesa,
que los comestibles valin más de al doble
que los pagos se ayegan ca y cuando
y que de cá día vamus a peores;
piénsalo, por la Virgin bendita,
que va pa dos meses que la azá no cojes
y en cambio te vas al casino
lo mesmito que tós los señores.
No mu bien acabó tia Leandra
cuando su mario la empezó a dar golpes
la llamó golosa, cochina, canalla,
ruina de su casa, mujer de desorden
y otras cosas más toavia,
apretandu los puños y alzandu las voces,
y, por último, remató la función
diciendu; ¡quien manda es el hombre!
Acuérdate, amiga, que yo te lo ije,
y tamién otras cosas peores,
peru tú, entontuná, no creias
que asín se portaran los hombres.
Otru día me ijistes riyendo:
Qué felí, tía Sinda, soy con mis amores,
ya ha venio Gaspal del mercao,
y ma regalao un pal de mantones:
según ice, ha ganao dos mil reales
al poquinu tiempo de llegal anoche,
y como es tan güeno, antis de venilsí
me ha mercao tó esto: ¡Miri usté qué hombre!
Ya le tengu dichu:
vaite a otro miercoles,
juga y lo que ganis
lo empleas en lechones,
y Dios quiera y la Virgin bendita
que mu presto engorden.
- ¡Ay, muchacha loca-
te ije yo entonces-;
pecaora de ti que no sabis
qué son jugaores!
Di, muchacha loca,
¿tú no te asuponea
que si al juego ha ganao dos mil reales
pué mañana mesmo perdel más del doble?
¿Y que muchos han dio con ganaos,
y han güelto transios, llenos de jirones
sin ganaos, sin dinero y sin créitos?
¿tú no sabia qué son jugaores...?
Acuerda, vecina, que tó te lo ije:
que Dios te perdone,
y ya que tu suerte es como la mía,
ten calma y no llores:
y pa por si acaso, si algún día enviudaras,
que no te se olviden las malas acciones,
pol que yo con sabelo al primero
ya he sufrio con cuatro bribones,
y me temu, vecina, si enviudo
el tenel que sufril a otro hombre,
porque sé que es mi sino los palos
y ya no me jago no yendu a los golpes.
Ven acá, vecina,
ven presto y no llores,
güena gana tienis de desazonaltí
y aguantal a esí peazo de roble
que en lugal de jacelte caricias
te da desazones.
Bien te lo icia antis de casalti:
mira lo que jaces que no lo conocis
que aunque tieni la cara de güeno
tié los pies mu grandis pa dal tropicones;
piénsalo, vecina,
piensa que los hombres,
son unos hipróquitas, unos retunantes
y unos rebribones;
que son mu santitos cuando buscan novias;
mu trabajadores,
no les gusta el vino, se aburren juegando
y hablan sin dal voces.
Endispués que se casan, al prencipio ¡vaya!
peru luego rompen
con toa la bravura,
no escuchan razones,
se jacen gandules, van a la taberna,
jugan a las cartas, y dispués se cojen
una güena chispa, van hablandu alto,
y a callal, porque empiezan los golpes.
Más estiman el perro que tengan
pa cudial las cabrillas del monte,
que a la mesma mujel que los guisa,
que a la mesma mujel que los cose.
No hací mucho escuché a tía Leandra
que idia a su mario estas razones:
Netalí, ajuye al trabajo,
vaite con la yunta y el barbecho rompe,
que el que en el Otoño no siembra,
en Agosto tampoco arrecoge.
Piensa que la vida tié necesidaes
y que la familia subí mu de golpe,
que los reitos comín a la mesa,
que los comestibles valin más de al doble
que los pagos se ayegan ca y cuando
y que de cá día vamus a peores;
piénsalo, por la Virgin bendita,
que va pa dos meses que la azá no cojes
y en cambio te vas al casino
lo mesmito que tós los señores.
No mu bien acabó tia Leandra
cuando su mario la empezó a dar golpes
la llamó golosa, cochina, canalla,
ruina de su casa, mujer de desorden
y otras cosas más toavia,
apretandu los puños y alzandu las voces,
y, por último, remató la función
diciendu; ¡quien manda es el hombre!
Acuérdate, amiga, que yo te lo ije,
y tamién otras cosas peores,
peru tú, entontuná, no creias
que asín se portaran los hombres.
Otru día me ijistes riyendo:
Qué felí, tía Sinda, soy con mis amores,
ya ha venio Gaspal del mercao,
y ma regalao un pal de mantones:
según ice, ha ganao dos mil reales
al poquinu tiempo de llegal anoche,
y como es tan güeno, antis de venilsí
me ha mercao tó esto: ¡Miri usté qué hombre!
Ya le tengu dichu:
vaite a otro miercoles,
juga y lo que ganis
lo empleas en lechones,
y Dios quiera y la Virgin bendita
que mu presto engorden.
- ¡Ay, muchacha loca-
te ije yo entonces-;
pecaora de ti que no sabis
qué son jugaores!
Di, muchacha loca,
¿tú no te asuponea
que si al juego ha ganao dos mil reales
pué mañana mesmo perdel más del doble?
¿Y que muchos han dio con ganaos,
y han güelto transios, llenos de jirones
sin ganaos, sin dinero y sin créitos?
¿tú no sabia qué son jugaores...?
Acuerda, vecina, que tó te lo ije:
que Dios te perdone,
y ya que tu suerte es como la mía,
ten calma y no llores:
y pa por si acaso, si algún día enviudaras,
que no te se olviden las malas acciones,
pol que yo con sabelo al primero
ya he sufrio con cuatro bribones,
y me temu, vecina, si enviudo
el tenel que sufril a otro hombre,
porque sé que es mi sino los palos
y ya no me jago no yendu a los golpes.