Repasando fotos, veo un hombre, bajito, canoso, más bien calvoso, con gorra, flacucho sus brazos delgados cuando pasaba arremangado. Su pantalón de pana recosido de remiendos que se ponía en invierno, de verano un blanco camisón un pequeño pantalón el chaleco y su reloj “de bolsillo por supuesto” la cadena a lo largo del chaleco, formaba arco en su pecho.
Gran sentido del humor rebosaba este Señor, su sonrisa permanente le gustaba a la gente,
Pobre y sordo era él, pobre porque estaba solo, sordo no sé que es mejor.
Pero el era feliz, todo el pueblo le quería por su forma de vivir porque era muy humano, hoy nos queda su recuerdo, sus alegrías y llantos que de vez en cuando brotaban de esos ojos cansados. Don de quiera que él se encuentre, vera que es recordado como hombre legendario.
Antonio Sierra Gómez. Alias EL SORDO GORETE.
Vamos al turrón.
Había un buen hombre en un velatorio que se tiro un peo y echo la culpa al muerto.
Cuando te voy a ver, tu madre me pone jeta, y tú para que me siente, me sacas una banquete.
Gran sentido del humor rebosaba este Señor, su sonrisa permanente le gustaba a la gente,
Pobre y sordo era él, pobre porque estaba solo, sordo no sé que es mejor.
Pero el era feliz, todo el pueblo le quería por su forma de vivir porque era muy humano, hoy nos queda su recuerdo, sus alegrías y llantos que de vez en cuando brotaban de esos ojos cansados. Don de quiera que él se encuentre, vera que es recordado como hombre legendario.
Antonio Sierra Gómez. Alias EL SORDO GORETE.
Vamos al turrón.
Había un buen hombre en un velatorio que se tiro un peo y echo la culpa al muerto.
Cuando te voy a ver, tu madre me pone jeta, y tú para que me siente, me sacas una banquete.