ORELLANA LA VIEJA: EL FÚTBOL. I...

EL FÚTBOL. I

El fútbol, más que un juego para los niños de la Orellana de aquellos tiempos, era una pasión. Los demás juegos eran estacionales pero al fútbol estábamos jugando todo el año y en cualquier sitio. Una calleja, la plaza, cualquier lugar se convertía automáticamente en un campo de fútbol en cuanto un grupo de amigos, provistos de una pelota de goma, ponían cuatro piedras como porterías en la se dejaban los jerséis, chaquetas o carteras y nos liábamos a dar patadas. Se hacían dos equipos con los que nos habíamos juntados echando “ a pies” y ¡Hala, a jugar ¡. Muchas veces la reglas se adulteraban al capricho de los más grandes: Si el portero daba una buena patada y metía gol directamente al equipo contrario pues no valía ya que se aplicaba aquello: “De portería a portería, es una guarrería”. Y si el mayor decía: “ ¡Ha sido penalti, y lo tiro yo ¡”, aunque no lo hubiera sido, pues… era penalti. O si el dueño de la pelota proclamaba la validez de un gol, tenía que serlo porque era muy frecuente oír: “ ¡Pues me la llevo que pa eso es mía ¡” y se acababa el juego. Bueno, eso no solo era cosa de niños ¡Cuántas veces se lo vi hacer a Paco Risco, ya mayor, cuando le metían algún gol y su equipo iba perdiendo ¡. Se valía, el muy pillo, de que era el dueño de uno de los primeros balones de cuero que vinieron a Orellana, aquellos que estaban cosidos a mano y el acceso a la vejiga interior de caucho estaba rematado con una correa que, cuando le dabas con la cabeza y coincidía el golpe con dicha costura, parecía que te habían dado una pedrada.
Además de en las calles, donde muchas veces teníamos que salir corriendo porque algún balón había roto el cristal de una ventana o puerta, con las consiguientes protestas de los dueños, los domingos y las fiestas solíamos jugar en el campo de fútbol. En un principio, los partidos del equipo de Orellana, se celebraban en la era de La Cruz. Después, siendo alcalde D. Julio Jiménez, se habilitó un terreno, que es donde hoy está el estadio, que siempre había sido sembrado de trigo o cebada por los agricultores. Se tardó mucho en allanarlo con una máquina y los surcos permanecieron allí dificultándonos enormemente nuestro juego preferido. Un poco después el mismo alcalde, que había realizado una gran repoblación forestal plantando de eucaliptos el “Cerro Gordo”, el “Cerro de la Herrería” y muchos terrenos alrededor del pueblo, delimitó, también con esta clase de árboles, la parcela del campo de fútbol.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Cuantos recuerdos de fútbol en la niñez, horas y horas jugando, los veranos eran las tardes enteras hasta que ya no veíamos la pelota.

Saludos