ORELLANA LA VIEJA: LA MARIMANTA....

LA MARIMANTA.

“- ¡Cualquier noche va salir ti la Marimanta por acudir tan tarde a casa ¡”- me repetía mi madre por trasnochar. La verdad es que no causaban en mí efecto alguno sus palabras en mis años mozos pero en la niñez, cuando te decía los mayores para conseguir que acudieras: “ ¡Que viene la Marimanta ¡”, te entraba verdadero pánico.
Porque era el miedo, en la mayoría de los casos, el sentimiento en que se basaba la existencia de este medio mito y media realidad de la Marimanta en nuestro pueblo.
Aprovechando la casi completa oscuridad de las calles, en las noches de luna nueva, salían haciendo su recorrido con unas intenciones muy concretas. Se vestían con una sábana blanca o se ocultaban con el cobijo, que era una de las dos sayas negras que vestían las mujeres, para no ser reconocidas. Según se cuenta su papel era pasivo, nunca atacaban a sus víctimas; su sola presencia en la oscuridad era suficiente para infundir el miedo suficiente y lograr de esta manera sus objetivos. La verdad es que también se necesitaba valor para vestirse y salir de Marimanta pues se exponían a que alguien les harreara un buen leñazo o alguna pedrada.
Parece ser que los motivos por los que salían eran varios: Cuando un mozo rondaba a una moza y no interesaba a la familia de ésta, al ir hacer la ronda, hacía su presentación para infundirle miedo y conseguir que desistiera de su intento de conquistarla. Otras veces era para vengar la afrenta causada a la familia de una moza por haberla dejado después de iniciar una relación, con la casi seguridad de que se quedaría soltera, si el mozo pretendía a otra.
En algunas ocasiones era para dar miedo al rival si eran dos los que pretendían a la misma moza o buscaban los favores de alguna casquivana que “trabajara” de noche y coincidían a la misma hora en solicitar sus “servicios”. En otras eran las “buscaoras” o Celestinas, mujeres que concertaban citas y se aparaban en la penumbra de la noche para realizar su cometido arropándose naturalmente, las solían ser confundidas con Marimantas. En este caso no era el miedo el móvil de sus correrías como es obvio. Tampoco lo era las que se vestían por alguna promesa que habían hecho aunque tal intención parezca rara. En la vecina Orellana de la Sierra las llamaban “Pantarullas” y de la última que se tiene noticias era una mujer, que vestida de blanco y con un farol, acudía algunas las madrugadas a las puertas del cementerio concretamente por una promesa que había hecho.
Sea como sea, las Marimantas eran unos seres misteriosos que infundían miedo y que agrandado después por las gentes, se convertía en pánico para algunos como fue el caso de Boni, “El Pelao”, y mi tío Juan María ya fallecidos los dos y que eran muy amigos. Regresaba mi tío a casa, en la calle Colón, después de ver la novia. Vio a Boni que también se recogía ya que vivía en la carretera de Campanario. Se le ocurrió la idea de arroparse la cabeza con la chaqueta y colocar encima una linterna que llevaba. Llamó la atención de Boni con unos gemidos y este se paró.
”- ¡Juan María, Juan María” ¡- le llamó “El Pelao”.
Mi tío continuó a cercándose a él muy lentamente observando que Boni estaba como sujeto al suelo por el miedo. En un momento dado, este salió corriendo la carretera abajo gritando: ¡Madre mía la Marimanta ¡Madre mía la Marimanta ¡y desapareció en la oscuridad. Lógicamente mi tío se desternilló de risa por la broma que había dado a su amigo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Siempre enriqueciendo el foro, Antonio. Saludos.

Lo mismo digo de Jose con sus poesías y sus aportaciones. Bueno y de todos los demás, cada uno en su papel. Saludos a todos.
muy bueno