Madrigal
Palabra, dulce y triste persona peque� ita,
dulce y triste querida vieja, yo te acaricio,
anciano como t�, con la lengua marchita,
y con vejez y amor aclamo nuestro vicio.
Palabra, me acompa� as, me das la mano, eres
maroma en la cintura cada vez que me hundo;
cuando te llamo veo que vienes, que me quieres,
que intentas construirme un mundo en este mundo.
Hormiguita, me sirvo de ti para vivir;
sin ti, mi vida yo no s� lo que ser� a,
algo como un sonido que no se puede o� r
o una caja de f� sforos requemada y vac� a.
Eres una cerilla para m�, como � sa
que enciendo por la noche y con la luz que vierte
alcanzo a ir a la cama viendo un poco, como � sa;
sin ti, ser� a tan duro llegar hasta la muerte.
Pero te tengo, y cruzo contigo el dormitorio
desde la puerta ni� a hasta la cama anciana;
y, as�, tiene algo de p� lpito mi puro velatorio
y mi noche algo tiene de tarde y de ma� ana.
Gracias sean para ti, gracias sean, mi hormiga,
ahora que a la mitad de la alcoba va el r� o.
Despu� s, el mar; t� y yo ahogando la fatiga,
alcanzando abrazados la fama del vac� o.
Palabra, dulce y triste persona peque� ita,
dulce y triste querida vieja, yo te acaricio,
anciano como t�, con la lengua marchita,
y con vejez y amor aclamo nuestro vicio.
Palabra, me acompa� as, me das la mano, eres
maroma en la cintura cada vez que me hundo;
cuando te llamo veo que vienes, que me quieres,
que intentas construirme un mundo en este mundo.
Hormiguita, me sirvo de ti para vivir;
sin ti, mi vida yo no s� lo que ser� a,
algo como un sonido que no se puede o� r
o una caja de f� sforos requemada y vac� a.
Eres una cerilla para m�, como � sa
que enciendo por la noche y con la luz que vierte
alcanzo a ir a la cama viendo un poco, como � sa;
sin ti, ser� a tan duro llegar hasta la muerte.
Pero te tengo, y cruzo contigo el dormitorio
desde la puerta ni� a hasta la cama anciana;
y, as�, tiene algo de p� lpito mi puro velatorio
y mi noche algo tiene de tarde y de ma� ana.
Gracias sean para ti, gracias sean, mi hormiga,
ahora que a la mitad de la alcoba va el r� o.
Despu� s, el mar; t� y yo ahogando la fatiga,
alcanzando abrazados la fama del vac� o.
