Pase una noche de extraña vigilia
en el campo de batalla,
cuando tú, hijo mío, y mi camarada,
cayeron junto a mí aquel día.
Solo te dirigí una mirada que tus ojos queridos me devolvieron con otra mirada que nunca olvidaré
Sólo toque tu mano con la mía,
oh muchacho, cuando me la tendiste desde el suelo.
Luego me lancé presuroso al combate, aquel combate indeciso, hasta que, tarde en la noche, al ser relevado, pude volver por fin al lugar.
Te encontré tan frío en la muerte,
Encontré tu cuerpo producto de besos devueltos
(nunca más en la tierra serán devueltos)
Y descubrí tu rostro a la luz de las estrellas.
Extraña escena.
El suave viento de la noche soplaba, fresco.
Estos versos forman parte del poema "pase una noche de extrña vigilia", que Witman escribió cuando participaba en la guerra de secesión americana.
En la segunda mitad del siglo XIX la naciente Estados Unidos se debatía en una serie de cambios sociales radicales que incluía la total abolición de la esclavitud. Los estados del Norte sentían una repugnancia moral por estados sureños como Carolina del Norte, Texas, Alabama, etc., que mantenían aún sus esquemas de producción basados en la explotción del hombre por el hombre en su versión mas estrema: la esclavitud.
Cuando en 1861 los esclavistas tienen que ceder el poder legítimo a Abraham Lincoln, de marcada posición abolicionista, no se van de la Casa Blanca sin antes tomar algunas medidas que en el futuro les permitiría controlar la situación. Se compran los favores de los jefes militares a los cuales con anticipación y en secreto habían dotado de recursos para la rebelión. Al cabo de un mes el señorío del Sur, convertido en Confederación, se creyó en condiciones de dar el golpe y así lo hizo.
Se desataba una de las más sangrientas luchas que viviría la joven nación americana. Pronto el Norte se ve en condiciones adversas y debe recurrir al inmediato alistamiento de voluntarios populares para defender al legítimo gobierno agredido. Whitman rápidamente se une al entusiasmo de los jóvenes que se entregaban a la defensa de la democracia describiendo ese momento como “el espectáculo más extraordinario y más estimulante que siglo alguno, antiguo o moderno, haya ofrecido a favor del progreso político y de la democracia”.
Nueva York, su Manhattan, cabeza de la resistencia del Norte antiesclavista y democrático se estremeció desafiante. El bohemio Whitman, con 42 años a cuestas, amante de todos los hombres y mujeres de su pueblo como el mismo se definiría, no fue ajeno a este estremecimiento. Participó en cuerpo y alma de aquel enrarecido tiempo en donde había visto vender “en subasta pública el cuerpo del hombre”. La celebración de sus ideales democráticos se observa claramente en estas líneas: Canto y celebro todo lo que posees. – Pero ya no canto la paz: /En la paz canté la paz, /ahora el tambor bélico es mi instrumento, /Y la guerra, la guerra es el canto que voy cantando por las calles ¡Oh, ciudad!.
La emoción de esa América guerrera y desangrada quedaría plasmada en los versos de Redobles de Tambor que forma parte de su obra total denominada Hojas de Hierva. La experiencia bélica forma así un antes y un después en la obra de Whitman y se concentra en las páginas de Redobles de tambor con una simplicidad que llega a la descripción detallada, a la imagen de testigo omnipresente: Se arman los artesanos (la llana, el cepillo, el martillo del herrero, se arrojan precipitadamente a un lado) El abogado deja su bufete y se arma. / El juez deja el tribunal / El cochero abandona su carro en la calle, saltando a tierra y arrojando las riendas abruptamente sobre los lomos de los caballos / El dependiente deja la tienda; el patrón, el contador, el portero, todos se van... /Regimientos armados llegan cada día, atraviesan la ciudad y embarcan en los muelles / La despedida con lágrimas; la madre besa a su hijo, el hijo besa a su madre / (terrible es para la madre la separación, pero no pronuncia ni una palabra para detenerle).
Witman el primer poeta Americano puro, sin influencias inglesas, transmite en su poesia el espiritu de los fundadores de los Estados Unidos, amantes de la Libertad, la Igualdad de oportunidades, y l hermandad de los honbres, ideales todos de los que tanto se ha ido alejando sus mandatarios.
en el campo de batalla,
cuando tú, hijo mío, y mi camarada,
cayeron junto a mí aquel día.
Solo te dirigí una mirada que tus ojos queridos me devolvieron con otra mirada que nunca olvidaré
Sólo toque tu mano con la mía,
oh muchacho, cuando me la tendiste desde el suelo.
Luego me lancé presuroso al combate, aquel combate indeciso, hasta que, tarde en la noche, al ser relevado, pude volver por fin al lugar.
Te encontré tan frío en la muerte,
Encontré tu cuerpo producto de besos devueltos
(nunca más en la tierra serán devueltos)
Y descubrí tu rostro a la luz de las estrellas.
Extraña escena.
El suave viento de la noche soplaba, fresco.
Estos versos forman parte del poema "pase una noche de extrña vigilia", que Witman escribió cuando participaba en la guerra de secesión americana.
En la segunda mitad del siglo XIX la naciente Estados Unidos se debatía en una serie de cambios sociales radicales que incluía la total abolición de la esclavitud. Los estados del Norte sentían una repugnancia moral por estados sureños como Carolina del Norte, Texas, Alabama, etc., que mantenían aún sus esquemas de producción basados en la explotción del hombre por el hombre en su versión mas estrema: la esclavitud.
Cuando en 1861 los esclavistas tienen que ceder el poder legítimo a Abraham Lincoln, de marcada posición abolicionista, no se van de la Casa Blanca sin antes tomar algunas medidas que en el futuro les permitiría controlar la situación. Se compran los favores de los jefes militares a los cuales con anticipación y en secreto habían dotado de recursos para la rebelión. Al cabo de un mes el señorío del Sur, convertido en Confederación, se creyó en condiciones de dar el golpe y así lo hizo.
Se desataba una de las más sangrientas luchas que viviría la joven nación americana. Pronto el Norte se ve en condiciones adversas y debe recurrir al inmediato alistamiento de voluntarios populares para defender al legítimo gobierno agredido. Whitman rápidamente se une al entusiasmo de los jóvenes que se entregaban a la defensa de la democracia describiendo ese momento como “el espectáculo más extraordinario y más estimulante que siglo alguno, antiguo o moderno, haya ofrecido a favor del progreso político y de la democracia”.
Nueva York, su Manhattan, cabeza de la resistencia del Norte antiesclavista y democrático se estremeció desafiante. El bohemio Whitman, con 42 años a cuestas, amante de todos los hombres y mujeres de su pueblo como el mismo se definiría, no fue ajeno a este estremecimiento. Participó en cuerpo y alma de aquel enrarecido tiempo en donde había visto vender “en subasta pública el cuerpo del hombre”. La celebración de sus ideales democráticos se observa claramente en estas líneas: Canto y celebro todo lo que posees. – Pero ya no canto la paz: /En la paz canté la paz, /ahora el tambor bélico es mi instrumento, /Y la guerra, la guerra es el canto que voy cantando por las calles ¡Oh, ciudad!.
La emoción de esa América guerrera y desangrada quedaría plasmada en los versos de Redobles de Tambor que forma parte de su obra total denominada Hojas de Hierva. La experiencia bélica forma así un antes y un después en la obra de Whitman y se concentra en las páginas de Redobles de tambor con una simplicidad que llega a la descripción detallada, a la imagen de testigo omnipresente: Se arman los artesanos (la llana, el cepillo, el martillo del herrero, se arrojan precipitadamente a un lado) El abogado deja su bufete y se arma. / El juez deja el tribunal / El cochero abandona su carro en la calle, saltando a tierra y arrojando las riendas abruptamente sobre los lomos de los caballos / El dependiente deja la tienda; el patrón, el contador, el portero, todos se van... /Regimientos armados llegan cada día, atraviesan la ciudad y embarcan en los muelles / La despedida con lágrimas; la madre besa a su hijo, el hijo besa a su madre / (terrible es para la madre la separación, pero no pronuncia ni una palabra para detenerle).
Witman el primer poeta Americano puro, sin influencias inglesas, transmite en su poesia el espiritu de los fundadores de los Estados Unidos, amantes de la Libertad, la Igualdad de oportunidades, y l hermandad de los honbres, ideales todos de los que tanto se ha ido alejando sus mandatarios.