Milord informa.
Crónica Orellanense.
Si como el día de ayer, sea todo el mes, vamos a tener un mes de Enero muy tristón. Hoy jueves y 1, que es cuando esto escribo, amaneció nublado triste y lagrimeando, tristeza que alegra a algunos, quienes por lo visto gozan con el dolor ajeno. Pero no a los labradores porque si el mes continuara con su cara triste y llorosa la satisfacción de nuestros labradores sería inmensamente bastante mala, (por tanta humedad según ellos) pero es que nuestros labradores tienen acreditado poseer casi siempre un argumento para protestar del tiempo (todos somos inconformistas ¿o no?. En cambio nuestra vigorosa juventud no protestó del mal tiempo haciendo alarde de una estruendosa entrada en el año nuevo. Entre muchos no hay la previsora costumbre de engullir doce uvas sanas y robustas, al dar las doce de la noche del día último del año, para recibir dignamente el año entrante. Esta operación tan sencilla y delicada, (yo lo considero una majadería) asegura al devoto que la practica, la felicidad por todo el año que empieza si la ejecuta con fervor; es una felicidad que puede adquirirse de una manera cómoda y barata y á la que nosotros renunciamos (no tomando las uvas) labrándonos nuestra desdicha. Si para cuando termine el año que acaba de empezar vivimos, cosa no muy segura dados los comienzos y la fatalidad con que nos lo auguran que será este 2009, yo prometo convocar a mis amigos con la antelación debida, para que concurran unidos antes de las doce de la noche del día último, a la Plaza de San Sebastián, y allí todos, al sonar las doce en el reloj municipal, comernos las doce uvas por cabeza, al compás de una jota o un pasodoble tocados con Acordeón. Yo sé que algunos “socios” preferirán á las doce uvas, doce vasos de vino, con los que si no aseguren la felicidad de todo el año, por lo menos aseguren la de aquella noche. Desde nuestro pueblo. Víctor Sanz.
Crónica Orellanense.
Si como el día de ayer, sea todo el mes, vamos a tener un mes de Enero muy tristón. Hoy jueves y 1, que es cuando esto escribo, amaneció nublado triste y lagrimeando, tristeza que alegra a algunos, quienes por lo visto gozan con el dolor ajeno. Pero no a los labradores porque si el mes continuara con su cara triste y llorosa la satisfacción de nuestros labradores sería inmensamente bastante mala, (por tanta humedad según ellos) pero es que nuestros labradores tienen acreditado poseer casi siempre un argumento para protestar del tiempo (todos somos inconformistas ¿o no?. En cambio nuestra vigorosa juventud no protestó del mal tiempo haciendo alarde de una estruendosa entrada en el año nuevo. Entre muchos no hay la previsora costumbre de engullir doce uvas sanas y robustas, al dar las doce de la noche del día último del año, para recibir dignamente el año entrante. Esta operación tan sencilla y delicada, (yo lo considero una majadería) asegura al devoto que la practica, la felicidad por todo el año que empieza si la ejecuta con fervor; es una felicidad que puede adquirirse de una manera cómoda y barata y á la que nosotros renunciamos (no tomando las uvas) labrándonos nuestra desdicha. Si para cuando termine el año que acaba de empezar vivimos, cosa no muy segura dados los comienzos y la fatalidad con que nos lo auguran que será este 2009, yo prometo convocar a mis amigos con la antelación debida, para que concurran unidos antes de las doce de la noche del día último, a la Plaza de San Sebastián, y allí todos, al sonar las doce en el reloj municipal, comernos las doce uvas por cabeza, al compás de una jota o un pasodoble tocados con Acordeón. Yo sé que algunos “socios” preferirán á las doce uvas, doce vasos de vino, con los que si no aseguren la felicidad de todo el año, por lo menos aseguren la de aquella noche. Desde nuestro pueblo. Víctor Sanz.