Pobres castañeras! llevan más de un mes puestas en las esquinas, en la plaza, en la entrada del mercadillo... Se ponen de buena mañana y con las horas vespertinas se vuelven a sus casas con las manos vacias y los sacos llenos de castañas.
Y es que yo me pregunto: ¿quién tiene ganas de calentarse las manos con esta calor, que reina por doquier? Porque las castañas asadas están muy buenas, pero en realidad nos las compramos para calentarnos las manos.
Ahora se aproxima la fiesta de los Santos Difuntos, en Orellana existía una tradición, (y digo existía por que los chicos ya no lo hacen, creo) los niños nos íbamos a las Peñas Altas, al Coto o al Castillo Montalbá a comernos las castañas, las nueces y los aprietaculos (o sea se, los membrillos) También llevabamos higos pasos, con los cuales hacíamos una especie de bocaditos metiendo, dentro del higo, trozos de nueces, castañas, almendras... Yo recuerdo que cuando iba al cementerio, con mi madre y mis hermanas, a adecentar los nichos y ponerles flores, mientras ellas hacían esos menesteres yo me comía mis castañas y demás, recuerdo que había una encina a la entrada del cementerio, con unas bellotas estupendas, las cogía y con ellas me hacía los bocaditos, que antes he relatado. También teníamos el arte de hacer chupetes con las bellotas, los tallábamos con los dientes.
¡Qué tiempos aquellos!
Y es que yo me pregunto: ¿quién tiene ganas de calentarse las manos con esta calor, que reina por doquier? Porque las castañas asadas están muy buenas, pero en realidad nos las compramos para calentarnos las manos.
Ahora se aproxima la fiesta de los Santos Difuntos, en Orellana existía una tradición, (y digo existía por que los chicos ya no lo hacen, creo) los niños nos íbamos a las Peñas Altas, al Coto o al Castillo Montalbá a comernos las castañas, las nueces y los aprietaculos (o sea se, los membrillos) También llevabamos higos pasos, con los cuales hacíamos una especie de bocaditos metiendo, dentro del higo, trozos de nueces, castañas, almendras... Yo recuerdo que cuando iba al cementerio, con mi madre y mis hermanas, a adecentar los nichos y ponerles flores, mientras ellas hacían esos menesteres yo me comía mis castañas y demás, recuerdo que había una encina a la entrada del cementerio, con unas bellotas estupendas, las cogía y con ellas me hacía los bocaditos, que antes he relatado. También teníamos el arte de hacer chupetes con las bellotas, los tallábamos con los dientes.
¡Qué tiempos aquellos!