Se hacían en los talleres de alfarería de la cartuja de Sevilla. Formaban parte de los ajuares de las hijuelas que entregaban madres a hijas cuando iban a casarse. Se ponían como decoración en chineros y colgados en las paredes de los pasillos de las casas en Orellana la Vieja. Era rara la vez que se utilizaban para uso domésticos.