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HERRERA DEL DUQUE: Al principio de los tiempos, el pueblo no eran más...

Al principio de los tiempos, el pueblo no eran más que unas pequeñas chozas entre la espesura del monte, donde ganaderos y agricultores convivían en paz y armonía con el resto de seres míticos y místicos. Los duendecillos velaban por la noche los recursos de estas amables gentes. Gárgolas y dragones tenían su base en el castillo, cuyo dueño y señor, el Duque Nukem, velaba por las relaciones internacionales de la comunidad. Todo era paz y armonía, amenudo se celebraban bakanales, en las que participaban gentes de todos los pueblos, corría el vino y el amor se vivía de forma libre.
Un día una nuve gris oscureció el cielo de Herrera, la gente se volvió huraña, los duendes se dedicaron a actos vandálicos y las gárgolas y dragones que defendían el espacio aéreo se convirtieron en piedra. Un terrible afán de posesión llevó a
La población a instalar vallas en cada pedazo de tierra, se construyeron envalses para almacenar el agua, y contrataron guardas para defender el ganado y la caza.
Nukem no comprendía que estaba pasando a sus gentes, y siendo como era, un hábil herrero, fabricó la más afilada espada, la más fuerte armadura y partió ensillando su fiel caballo, Rocinante, en busca de respuestas...

Continuará, continúala...

Antisocial.