BADAJOZ: ¿Hace unas miguitas don Camilo?...

¿Hace unas miguitas don Camilo?
Hace paisano.
Pues eche usted para acá su plato.

No sé mocita, si don Camilo, tan guason él, habría estado hoy día de acuerdo con esa malévola idea que se les ha ocurrido a los padres de la patria de endurecer más todavía la Ley de Extranjería que se está tramitando o se va a tramitar en esa especie de vodevil en que se está convirtiendo nuestro Congreso y nuestro Senado, hasta el extremo, de pretender aplicar la misma pena a quienes den cobijo a un inmigrante en situación irregular (pagándole la comida o la vivienda o ayudándolo de cualquier otra manera, pero sin sacar ningún provecho, sólo por humanidad) que, quienes no le dan de alta en la SS o cometen irregularidades en el contrato de trabajo. Vamos, que para los redactores de la la citada reforma, merece el mismo castigo quienes intenten ayudar a un extranjero, que quienes se aprovechan de él y le explota. Unos diez mil euros de vellón más o menos.

¡Cómo está el mundo Facundo! Que dice con toda razón mi amiga Milagros la forera de Alconchel de la Estrella. (Cuenca)

Y es que hay leyes que son totalmente amorales, se hagan llamar divinas o humanas pues, no me dirás tú mocita que, en un continente donde la mitad de la población muere de hambre y sed, y el resto de enfermedades que, si las farmacéuticas (esas máquinas programadas para evitar en la medida que les sea posible la erradicación de la mayoría de enfermedades) quisieran, con un mínimo de gasto y una mínima pérdida por su parte, dejarían de ser causa de mortandad.

Aparte del Sida, aparte de que haya quien diga que lo mejor para evitar la infección es no fornicar. (Tú ponle puertas al campo)

Aparte que, si hay quien no es capaz de desobedecer a su instinto animal y por lo tanto irracional, lo mejor es que lo haga a pelo porque poner barreras a la multiplicación de la especies es un pecado de los gordos y, porque los condones para quien no tiene ni un céntimo, es un artículo de lujo que ni puede ni se le debe permitir. Como los medicamentos más básicos, esos que cuestan tan poco dinero producir a mansalva.

No sé cuantos millones de niños huérfanos hay ya, unos doce millones si no me falla el tarro, y de enfermos ni te cuento.

Pero, ¿qué podemos hacer aparte de patalear? Más, cuando hemos perdido totalmente de vista las más elementales convicciones que debieran ser norma de todo ser humano porque, hay que ser borde para anteponer una idea retórica sin sentido ante la evidencia de la tragedia. Por muy milenaria y por muchos años que haga que se está repitiendo sin que nadie con dos dedos de frente haya tomado la decisión de enmendalla.

Si, moza si, esto también tiene algo que ver con la cosa de los lacitos rojos que nosotros, los pertenecientes a una sociedad con la panza razonablemente satisfecha, vamos a colgar dentro de unos días en ciertos iconos, cuando escenifiquemos en la calles aquellos hechos deplorables.
Salud.