Compramos energía a futuro

ALMENDRAL: ¿Pero qué bonito es el almendral sin almendros! ¿Verdad...

¿Pero qué bonito es el almendral sin almendros! ¿Verdad que si recia moza? Pero qué recuerdos tan bonitos se nos vienen a la memoria cada vez que nos acordamos de aquellos manijeros que te contrataban para un día y, ya en el tajo, azuzaban con puyas e indirectas a la cuadrilla de medio desfallecidos por el hambre que arrastraban, para que sacaran más faena, y así, engordara un poquito más el señorito de turno y pudiera beber más vino. ¡Qué bonito! No te puedes ni imaginar lo que añoro aquellos años de miseria y trabajos de sol a sol. Aquella amabilidad de la gente que apenas tenías un desliz, por mínimo que fuese, te enviaban al cuartelillo de la guardia civil. ¿Y sus maneras? ¿Y el llanto y la rabia de aquellas personas que no le caían bien al siervo y se iban por la noche a su casa y se acostaban sin poder comer nada porque, lo poco que había agenciado su compañera de fatigas, era para darle algo a sus hijos? ¿Y eso de tener que dirigirse al amo con la boina en la mano? ¡Qué bien que me lo pasaba yo cuando era chico! Por eso, hice lo que hicieron todos los que eran un poco más mayorcitos, largarme, largarme a buscar el pan donde si lo había, no te lo regateaban, donde no tuvieras que agradecer a ningún mindundi que te señalara como haciéndote el mayor de los favores para que trabajaras al día siguiente por un sueldo rácano. Para no tener que oír decir a una señorita que comía todo los días, que qué rápido que aprendían a manejar los cubiertos aquellos niños mocosos y desarrapados que, hasta aquel momento, habían sobrevivido solos a salto de mata, porque sus padres, ¡hay mocita!, ¿dónde crees tú que estaban?
Qué bonito, que bien que lo pasamos también fuera, lejos de casa y ahorrando lo posible para poder pagar las trampas que teníamos con aquella mujer o aquel hombre que, viendo la necesidad, daba a nuestras madres comida al fiado. Los demás, pues si, muy bien, muchas gracias.
En fin, lo pasado pasado está, pero menos cachondeito que con los sentimientos y las cosas de comer, no se puede ni se debe jugar y, menos aún, si desde que se vio la luz por primera vez, no faltó nunca el condumio y no se tuvo que andar por esos mundos dando tumbos.
Ahora, lejos ya todo aquello, nadie se puede imaginar lo que me alegro cuando lo veo todo tan bien cuidado, aseado y pulcro, con la gente tan felices, tan amables, preocupadas sólo porque salgan bien los festejos, y las procesiones, y la matanza de los guarros y todo eso..... que es lo que mueve el mundo. Bueno si, hay algunos borrones bastante gordos, ¡qué le vamos a hacer!, nadie es perfecto.
Salud.