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País paisaje paisanaje, ¡qué panda!, buitres y urracas. Como ves mocita, de su parte nada de nada, hacen como las gallinas, picotean picotean y luego meten su hediondo pico en cualquier arañazo hasta que consiguen abrir una brecha grande que, como es natural, infestan. Cuando ya está a rebosar de purulenta materia, se van a otra y prosiguen la maniobra. Al fin y al cabo, como masoquistas dañinos que son, se regodean en el sufrimiento ajeno e intentan aumentarlo con todos los medios a su alcance, que afortunadamente, no son muchos.
Su principal dotación es la insidia, el navajazo bajo mano, nunca arriesgan, siempre actúan sobre seguro, a hurtadillas, en cuadrilla y por la espalda.
En sus vidas anteriores, si es que se les puede decir vida a su sin vivir, debieron ser aquellos y aquellas que La Santa y otras organizaciones similares usaban para martirizar a sus víctimas.
Como te dije un día en La Fuente del Parque, moza recia, se reproducen por clonación espontánea, o sea, a donde llegan, no aportan nada, ojean, eligen víctima, sueltan la cagada o el diarreazo, según, y se van a hacer daño a otra parte. Entretanto, sus detritos, que están compuestos por minúsculos bichejos, van macerando y en ellos, se desarrollan enseguida otras alimañas exactamente iguales que, luego que se expanden, repiten el ciclo. Los encuentras en todas partes, disfrazados de gente corriente y moliente, pero no los pierdas de vista, que como te salpiquen con su saliva o te rocen con sus uñas negras y pringosas, ya tienes la infección encima.
Un oficio muy apreciado por estos personajes y personajas, era la censura, de hecho, es lo que más practican, lo llevan en sus genes.
También se les ve en las comunidades de vecinos, aquí normalmente son personajas, unas especies de moscardas güeveras que, aparte de no dejar vivir en paz a sus vecinos, hacen como el perro del hortelano.
Los personajes, son eso que siempre están sobando al jefezuelo de turno o a su representante, al que arruinan en cuanto que pueden para ocupar su lugar y así llegar hasta le jefecillo en cuestión, con el que repiten la maniobra. Luego, ya en el ejercicio de su cargo, al principio parece como que la cosa va bien, pero enseguida y como no podía ser de otra manera, todo se va al carajo. Lógico, pues son entes destructivas, como te dije antes.
A veces, le aplauden su duro rostro o acaban alojados en hotelitos de los que se mantienen con los dineros públicos. Atendidos por celosos y celosas ayudas de cámara que han sido previamente inmunizados contra esta peste.
Salud.
País paisaje paisanaje, ¡qué panda!, buitres y urracas. Como ves mocita, de su parte nada de nada, hacen como las gallinas, picotean picotean y luego meten su hediondo pico en cualquier arañazo hasta que consiguen abrir una brecha grande que, como es natural, infestan. Cuando ya está a rebosar de purulenta materia, se van a otra y prosiguen la maniobra. Al fin y al cabo, como masoquistas dañinos que son, se regodean en el sufrimiento ajeno e intentan aumentarlo con todos los medios a su alcance, que afortunadamente, no son muchos.
Su principal dotación es la insidia, el navajazo bajo mano, nunca arriesgan, siempre actúan sobre seguro, a hurtadillas, en cuadrilla y por la espalda.
En sus vidas anteriores, si es que se les puede decir vida a su sin vivir, debieron ser aquellos y aquellas que La Santa y otras organizaciones similares usaban para martirizar a sus víctimas.
Como te dije un día en La Fuente del Parque, moza recia, se reproducen por clonación espontánea, o sea, a donde llegan, no aportan nada, ojean, eligen víctima, sueltan la cagada o el diarreazo, según, y se van a hacer daño a otra parte. Entretanto, sus detritos, que están compuestos por minúsculos bichejos, van macerando y en ellos, se desarrollan enseguida otras alimañas exactamente iguales que, luego que se expanden, repiten el ciclo. Los encuentras en todas partes, disfrazados de gente corriente y moliente, pero no los pierdas de vista, que como te salpiquen con su saliva o te rocen con sus uñas negras y pringosas, ya tienes la infección encima.
Un oficio muy apreciado por estos personajes y personajas, era la censura, de hecho, es lo que más practican, lo llevan en sus genes.
También se les ve en las comunidades de vecinos, aquí normalmente son personajas, unas especies de moscardas güeveras que, aparte de no dejar vivir en paz a sus vecinos, hacen como el perro del hortelano.
Los personajes, son eso que siempre están sobando al jefezuelo de turno o a su representante, al que arruinan en cuanto que pueden para ocupar su lugar y así llegar hasta le jefecillo en cuestión, con el que repiten la maniobra. Luego, ya en el ejercicio de su cargo, al principio parece como que la cosa va bien, pero enseguida y como no podía ser de otra manera, todo se va al carajo. Lógico, pues son entes destructivas, como te dije antes.
A veces, le aplauden su duro rostro o acaban alojados en hotelitos de los que se mantienen con los dineros públicos. Atendidos por celosos y celosas ayudas de cámara que han sido previamente inmunizados contra esta peste.
Salud.