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ALMENDRAL: No es broma mocita, no es broma....

No es broma mocita, no es broma.
Hace unos día, Manuel, el de Viego,
un asturiano, montañés sin carcoma
por nacer donde no hace falta el riego,
decía:
Que nos ofrecía una ventana abierta,
¿hacia donde? ¡Ahí es nada!
Al interior de su alma cantábrica,
y yo, duendín, hice una descubierta.

Seguí un camino de ida y vuelta,
por la Ruta Lata, la de la Plata.
Desde el almendral a Oviedo
y desde allí a Viego.

Por sus cumbres retocé,
me revolqué entre el brote tierno,
y después me empapé
en aguas con frescor de invierno.

Del caudal de sus arroyos
sentí una envidia tan honda,
que por poco hago una trapisonda
y se los distraigo para remojar nuestros meollos.

Pero no, vi, comparé,
levanté el vuelo
y en menos de un santiamén
ya pisaba otra vez tu suelo.

Espartano, lleno de matas con pinchos
que se clavan en el alma
y dejan el sabor del drama
en el que nadan unos bichos.

Hay diferencias, ¿no las va haber?
Una es la alta montaña que refresca ideas
Otra es la profunda besana donde,
si no llueve, se resecan las esperanzas.

Salud.