¿Qué quedará de la guerra de Iraq en la memoria colectiva cuando las futuras generaciones hayan sido "educadas"?
Depende, mocita, depende, porque no es lo mismo que esa “educación” haya sido adquirida en el almendral con su aldeana visión del universo o, por decir alguna ciudad, esa a la que el capitán pirata hace referencia en su poema, ya sabes, ese que dice “Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
Y es que, por fuerza, en esa ciudad que Constantino tomó como base y dio nombre, las cosas tienen que verla de manera diferente. Ya que, si en un primer momento muchos medios de comunicación se mostraron algo críticos con la invasión, después el asunto se ha ido desdibujando y enterrando.
Como los libros de texto escolares se actualizan de higos a brevas y, si tenemos en cuenta que en las Españas la educación está sumamente politizada, según cómo marche la cosa política, resultará, que la masacre de cientos de miles de personas inocentes (hombres, mujeres, niños, ancianos) puede pasar en ellos desapercibida o despojada de toda gravedad. Y como un alumno de 16 años hoy sólo tenía diez u once cuando la invasión, y 8 o 9 cuando los atentados del 11-S, se quedará con lo que le expliquen en clase, si es que se queda con algo. Lógicamente, el tema se agravará con el transcurso de los años y, puede que se llegue a la conclusión, que esos señores que arrojaron sobre dos ciudades japonesas las primeras bombas atómicas que ha conocido la humanidad, abrasaron con nápalm El Vietnam con sus habitantes dentro, fueran combatientes o no, son los salvadores de la civilización actual. Eso, si antes no hacen una escabechina igual en Irán, en la región del Cáucaso, en Venezuela o Perú, o donde quiera que haya alguna posibilidad de exprimir el planeta.
Salud.
Depende, mocita, depende, porque no es lo mismo que esa “educación” haya sido adquirida en el almendral con su aldeana visión del universo o, por decir alguna ciudad, esa a la que el capitán pirata hace referencia en su poema, ya sabes, ese que dice “Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
Y es que, por fuerza, en esa ciudad que Constantino tomó como base y dio nombre, las cosas tienen que verla de manera diferente. Ya que, si en un primer momento muchos medios de comunicación se mostraron algo críticos con la invasión, después el asunto se ha ido desdibujando y enterrando.
Como los libros de texto escolares se actualizan de higos a brevas y, si tenemos en cuenta que en las Españas la educación está sumamente politizada, según cómo marche la cosa política, resultará, que la masacre de cientos de miles de personas inocentes (hombres, mujeres, niños, ancianos) puede pasar en ellos desapercibida o despojada de toda gravedad. Y como un alumno de 16 años hoy sólo tenía diez u once cuando la invasión, y 8 o 9 cuando los atentados del 11-S, se quedará con lo que le expliquen en clase, si es que se queda con algo. Lógicamente, el tema se agravará con el transcurso de los años y, puede que se llegue a la conclusión, que esos señores que arrojaron sobre dos ciudades japonesas las primeras bombas atómicas que ha conocido la humanidad, abrasaron con nápalm El Vietnam con sus habitantes dentro, fueran combatientes o no, son los salvadores de la civilización actual. Eso, si antes no hacen una escabechina igual en Irán, en la región del Cáucaso, en Venezuela o Perú, o donde quiera que haya alguna posibilidad de exprimir el planeta.
Salud.