Repasando estos últimos días en que deambulé por el enclave en forma corpórea moza, tengo la sensación que en el mismo hay más sombras que luces, demasiadas quizá, y puede que demasiadas pocas. Noté como un subidón de nacionalcatolicismo y como mucho menosprecio a lo diferente. Esto quedó plasmado un atardecer en una tasca cuando, un individuo nervudo, delgado y ya en la treintena, muy seguro de sí mismo, afirmó con un desparpajo digno de mejor causa, que para él, esos monos negros que se juegan la vida en medio del mar, no merecen ni agua. Paradójica expresión que casi me corta el aliento. Lo que sí se me cortó en el estómago fue la leche del café que estaba bebiendo. Había otro más con él que le seguía la corriente, y el tabernero tras la barra parecía asentir. No sé qué dije, pagué el euro que me pidieron y me fui corriendo a devolver. ¿Cómo explicarle a esos cárabos, que puede ser que al día siguiente fuese sanado por una persona de constitución física y mental infinitamente superior a la suya y de ese color?, o amarillo, o verde. ¿Cómo decirle que su mundo ario está limitado a lo que ha visto mirando por un canuto de caña?
En cuanto a lo otro, no hay más que echar una ojeada al programa de feria o haber escuchado los discurso previos a la apertura de los festejos. Festejos en los que se han gastado una buena pasta con cargo al presupuesto para una sola noche y en una sola orquesta, (que no es mala aunque tenga mucho titiritero) detraída supongo de otros gastos más urgente y necesarios para la comunidad, que si se hicieran, quedaría para siempre y además de realzar el valor de los bienes comunales, haría más agradable la vida a la gente los demás días del año. Como se ahorró en fuegos artificiales y otros premios chiquitos para los zagales, pero se gastó en la barbarie de martirizar animales, para divertimento de otros que habían estado toda la noche atontándose con el ruido de altavoces a toda mecha, alcohol y otras sustancias en la jáima que se le montó ex-profeso, y de esos mayores que aún desconocen un montón de reglamentos y que si los conocen, los usan como garrochas.
Pero claro, lo que mola es la verbena, (de la que pasan olímpicamente los de la tienda de campaña) envidia dicen de los campamentos que circundan nuestro asentamiento urbano.
Salud.
En cuanto a lo otro, no hay más que echar una ojeada al programa de feria o haber escuchado los discurso previos a la apertura de los festejos. Festejos en los que se han gastado una buena pasta con cargo al presupuesto para una sola noche y en una sola orquesta, (que no es mala aunque tenga mucho titiritero) detraída supongo de otros gastos más urgente y necesarios para la comunidad, que si se hicieran, quedaría para siempre y además de realzar el valor de los bienes comunales, haría más agradable la vida a la gente los demás días del año. Como se ahorró en fuegos artificiales y otros premios chiquitos para los zagales, pero se gastó en la barbarie de martirizar animales, para divertimento de otros que habían estado toda la noche atontándose con el ruido de altavoces a toda mecha, alcohol y otras sustancias en la jáima que se le montó ex-profeso, y de esos mayores que aún desconocen un montón de reglamentos y que si los conocen, los usan como garrochas.
Pero claro, lo que mola es la verbena, (de la que pasan olímpicamente los de la tienda de campaña) envidia dicen de los campamentos que circundan nuestro asentamiento urbano.
Salud.