¡Centinela alerta! Alerta el uno, alerta el dos...., y así hasta que el círculo se cerraba. Hoy ya no, hoy, con ojos de cristales cóncavos que captan todo desde la distancia y la comunicación por ondas hertzianas; a los vigías nos se le tensan los nervios como cuerdas de guitarra, ni se le agarrotan los músculos cada vez que la cantinela quedaba en un número cortada. Ya, bombardeados como estamos por millones de imágenes que nos entran en casa a todas las horas del día y de la noche, ni nos inmutamos cuando vemos a esos cacharritos rotos en medio de la mar, saltando alambradas o desparramados en los áridos suelos de unas regiones que apenas somos capaces de situar en el globo.
Confiados como estamos en las virtudes que adornan a los que manejan nuestras barcas, ni nos percatamos que en el circo no den pan como hacían los romanos, sino que echan castillitos de fuegos artificiales que estallan en mil colores, hacen pum, pim o pam y se desvanecen en el aire dejando solo un hedor de azufre y carbón quemado. Mientras, miramos las aguas de los ríos y regatos creyendo que es la misma siempre, pero ya es otra.
Para este mundo Manué, que me bajo del. Ochenta mil y subiendo, dicen los cambistas que analizan el panorama desde sus lujosas oficinas provistas de refrescantes aires, que son los tórtolos que antes o después, le van a entregar las llaves de sus habitáculos por falta de liquidez, y es que, esto de la estanflacción (¡qué palabro!), nos ha cogido como siempre, en la inopia y defecando. Y no es por un fallo de información no, porque todos presumíamos que había habido un corte en los cánticos.
Claro que, los nacidos y criados junto a las ubres, les importa una papa si la vaca está bulímica o flaca y quien le suministra la alfalfa, pues, genéticamente concebidos para la soflama y la extracción de los jugos sociales, no van a perder su precioso tiempo en análisis tan estresantes y pesados, mas apropiado para asalariados inconscientes. Será por eso, que los ocho, tras el bunquer de Berlín, este año se largaron lo menos al quinto pino para darse un festín y lavarse las manos, que, en pasando cincuenta años, Zeus, Thort o quien sea, ya los tendrá recogidos en su seno y a muy buen recaudo.
¡Ea!, mañana hablamos del gobierno mocita.
Salud.
Confiados como estamos en las virtudes que adornan a los que manejan nuestras barcas, ni nos percatamos que en el circo no den pan como hacían los romanos, sino que echan castillitos de fuegos artificiales que estallan en mil colores, hacen pum, pim o pam y se desvanecen en el aire dejando solo un hedor de azufre y carbón quemado. Mientras, miramos las aguas de los ríos y regatos creyendo que es la misma siempre, pero ya es otra.
Para este mundo Manué, que me bajo del. Ochenta mil y subiendo, dicen los cambistas que analizan el panorama desde sus lujosas oficinas provistas de refrescantes aires, que son los tórtolos que antes o después, le van a entregar las llaves de sus habitáculos por falta de liquidez, y es que, esto de la estanflacción (¡qué palabro!), nos ha cogido como siempre, en la inopia y defecando. Y no es por un fallo de información no, porque todos presumíamos que había habido un corte en los cánticos.
Claro que, los nacidos y criados junto a las ubres, les importa una papa si la vaca está bulímica o flaca y quien le suministra la alfalfa, pues, genéticamente concebidos para la soflama y la extracción de los jugos sociales, no van a perder su precioso tiempo en análisis tan estresantes y pesados, mas apropiado para asalariados inconscientes. Será por eso, que los ocho, tras el bunquer de Berlín, este año se largaron lo menos al quinto pino para darse un festín y lavarse las manos, que, en pasando cincuenta años, Zeus, Thort o quien sea, ya los tendrá recogidos en su seno y a muy buen recaudo.
¡Ea!, mañana hablamos del gobierno mocita.
Salud.