El día 29 de los del mes pasado, te decía mocetona, que hoy, unos señores que viven (ellos sí) allá por la tierra de los verdes prados, en connivencia y de la mano de una panda de desalmados, iban a decidir si ponían en marcha o no un diabólico mecanismo para desarraigarse lo más que puedan del resto de peninsulares e isleños. Y en eso están en estos momentos con su cabo mayor al mando, pues al parecer, no están contentos formando parte de esta sociedad en la que digan lo que quieran, es a quien mejor les va.
Con lo de hoy, legitiman de una tacada a un montón de carroñeros y dan píe para que se sigan ejercitando en el arte de enviar a los cielos a quienes les de la gana, a traición y sin correr el riesgo de ser enviados al averno, mientras que ellos (los inductores), se presentan ante su tribu como víctimas inocentes del nacionalismo nacional. No pierden nada, pero encienden una fogata que solo los dioses sabrán si hay bomberos experimentados que la puedan apagar con química o agua.
Naturalmente que les van a dejar hacer y luego les dirán que no, pero la cuestión es, que los dos objetivos anteriormente dichos ya los tienen en el bote, que es lo que se pretendía, pretende y después seguirán pretendiendo. En fin, lo de siempre, pues así se mantienen de gallitos administrando su laberinto. Meta y objetivo último de cara al incierto futuro que se avecina a gran velocidad.
Si no fuera porque hay muchas vidas humanas en juego, el asunto sería de verbena chamberilesca o de discusión tabernaria. Y además está el asunto de los dineros, ese poderoso caballero que no entiende nada de cuerpos y almas.
¿Se merecerán todos los habitantes de esos paradisíacos valles seguir viviendo en ese infierno al que un día desprecian y al siguiente alaban? Ya veremos, dijo un ciego.
Salud.
Con lo de hoy, legitiman de una tacada a un montón de carroñeros y dan píe para que se sigan ejercitando en el arte de enviar a los cielos a quienes les de la gana, a traición y sin correr el riesgo de ser enviados al averno, mientras que ellos (los inductores), se presentan ante su tribu como víctimas inocentes del nacionalismo nacional. No pierden nada, pero encienden una fogata que solo los dioses sabrán si hay bomberos experimentados que la puedan apagar con química o agua.
Naturalmente que les van a dejar hacer y luego les dirán que no, pero la cuestión es, que los dos objetivos anteriormente dichos ya los tienen en el bote, que es lo que se pretendía, pretende y después seguirán pretendiendo. En fin, lo de siempre, pues así se mantienen de gallitos administrando su laberinto. Meta y objetivo último de cara al incierto futuro que se avecina a gran velocidad.
Si no fuera porque hay muchas vidas humanas en juego, el asunto sería de verbena chamberilesca o de discusión tabernaria. Y además está el asunto de los dineros, ese poderoso caballero que no entiende nada de cuerpos y almas.
¿Se merecerán todos los habitantes de esos paradisíacos valles seguir viviendo en ese infierno al que un día desprecian y al siguiente alaban? Ya veremos, dijo un ciego.
Salud.