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ALMENDRAL: Uno de junio, menguante casi en luna negra, cielo cubierto,...

Uno de junio, menguante casi en luna negra, cielo cubierto, once grados de media y un 25% de humedad relativa. Parece mentira que estemos a punto de cambiar de primavera a verano. Será por eso que harto de dar volteretas en mi lecho del soterraño del atrio, desvelado e intranquilo, me acomodo en mis andrajos tintados de colorines varios; despojados de cascabeles que incomoden a sabuesos al aguardo o turben el silencio helado de ancestros ya olvidados y, a través de una rendija salgo al exterior y observo el lugar durmiendo el sueño de quienes no temen ser por nadie amedrentados. Tú, Mélpomenes, encima de tu peana arrullada con los cánticos del agua, dormitas placenteramente envuelta por los perfumes que las rosas hacia ti exhalan. Unos amantes furtivos se acarician sin prisas en un rincón fosco que en la calleja del Duende les protege de satíricas miradas. Dos hombres haciendo eses se acercan a sus moradas mientras charlan con voz pastosa, que se oye
por el Barrio como un altavoz de feria; siendo mirados por brillantes ojos de un gato lustroso desde el alfeizar de su ventana. Desde la Cuesta se ven dos enormes trasatlánticos varados en la Plaza Grande y desparramados en derredor, un sin fin de veleros blancos en cuasi perfecta alineación. Mas lejanos, otros enclaves con sus luces indican su posición y ya en remota lontananza, se adivina más que ve el perfil inconfundible de la sierra emeritense, mientras, aquí mismo, al lado, casi tocándola con las manos, Monsalud, y el Jacho señalando el Sur. Brújulas siempre presentes en los recovecos mentales de los nacidos por estos lugares, enseñándoles el rumbo, como hace el faro que guía a los marineros
Entre tanta paz, mientras el músculo descansa, sobra pero está presente esa maligna sombra que enturbia todo cuanto toca.
Salud.