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ALMENDRAL: Hace hoy un año y un día que Salud, bajo la foto del...

Hace hoy un año y un día que Salud, bajo la foto del patrón de Almendral, Mauro, romano, discípulo de Benito, Bento o Benedicto, según los lenguajes que se usen; escribió esto que se lee más arriba en caracteres verdes.

El próximo sábado, en el lejío, junto al Astigi, se sacrificaran unos cuantos cochinos que condimentados al uso, se repartirán en generosas raciones entre los comensales que asistan a la hecatombe, previo pago de una cantidad simbólica. Ni que decir que habrá gente, porque a estos eventos siempre hay voluntarios que se apuntan.

En este nuestro País de Países, después de todas las cosas que han pasado entre sus habitantes, resultan hasta gratificante, a veces, retroceder en el tiempo y observar cómo, aún conservamos costumbres que nos han llegado desde unos tiempo convulsos perdidos en la desmemoria de las civilizaciones, pues, eso de matar cochinos en plena calle para que todos los vecinos vieran que no éramos "marranos" sino, fieles seguidores de un determinado credo que habíamos abrazado no ha mucho, era más que nada, un salvoconducto para no ser chamuscados en el fuego purificador. (Como bien decía Octavio estos días atrás).

Pero la cosa viene de más atrás. Fijémonos en lo que hacían los griegos antes de disolverse en el mundo de Roma:

SACRIFICIOS Y MISTERIOS
Los sacrificios eran la forma que los antiguos griegos tenían de honrar a sus dioses e incluso, más tarde, a sus muertos. Estos rituales podían ser incruentos o cruentos y privados o públicos.
Ofrendas incruentas - En éstas se ofrecían frutas, vegetales, miel, queso, tortas, aceite. Se llamaban libaciones a las ofrendas de líquidos. Normalmente se ofrendaba vino sin mezclar, aunque en ocasiones también se depositaban otros líquidos como leche o agua pura.
Estas ofrendas podían ser quemadas o simplemente depositadas en el altar. En Atenas al principio de la celebración, se vertían tres libaciones en el suelo en honor de Zeus, de los dioses del Olimpo y de los héroes.
Ofrendas cruentas - La forma más popular de ofrenda a los dioses era el degüello e incineración de un animal domestico. El animal era elegido con cuidado, a menudo tenía características especiales, según a quien fuese sacrificado. El color claro se reservaba para los dioses celestiales y los oscuros para los dioses de los muertos.
Los participantes se situaban en torno al altar. Se vertía agua en sus manos y con una plegaria se lanzaban granos de cebada sobre el altar y el animal. El verdugo cortaba unos pelos del animal y los arrojaba al fuego. Tras el sacrificio, los huesos y la grasa del animal se quemaban en honor a los dioses. Se lanzaban también tortas y vino que avivaba el fuego. Una vez terminado este ritual se cocinaba la carne del animal sacrificado y se realizaba un banquete con él.
El sacrificio de un toro era el mayor signo de respeto, pero habitualmente se sacrificaban ovejas, cabras o cerdos. En ocasiones se sacrificaban centenares de animales, en cuyo caso, el sacrificio recibía el nombre de hecatombe.


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