Martes y trece mozuela de un mayo de 2008.
Ya está todo a punto en La Albuera para que empiece la recreación de unos hechos ocurridos un día 16 de este mes del 1811, con cielos de panza burra y la mente de los contendientes preñada de nubarrones que presagiaban lo peor que le puede pasar a un soldado. No tragaron polvo no, barro, acero, pólvora y plomo. Como gavillas en formación a orillas del Chicaspiernas quedaron unos diez mil. Calcula. Todos los habitantes de ahora que tiene el pueblo, y los cercanos más algunos de fuera, yertos en mitad del campo.
Pero en las tertulias de jóvenes desesperanzados no se habla de estas antiguallas porque les parece algo secundario, si, de otro mayo, el del 68, el que se inició en Nanterre gritando aquello de “Prohibido prohibir”. Puede, que aquellos no estuvieran preocupados por su puesto de trabajo o la imposibilidad de tener acceso a un digno habitáculo. Tal vez, fue el aburrimiento y la insatisfacción inconsciente más que una voluntad política, lo que los llevó al intento de quemar el mundo para que resurgiera transformado cual Fénix alado. Sea como sea, ahora así estamos, empantanados de nuevo en los piélagos del conformismo, esperando la ayuda forzada que, no sólo a regañadientes sino ya muy cuestionada, nos llega de otros lugares donde el lema de sus gentes es el viejo “ora et labora”, o cada cual lo que merece.
Todos, cada uno a su manera, expresan casi sin pensarlo, que hay un abismo tremendo entre teorías mas que obsoletas y las sensaciones que tienen que el esfuerzo que se les exige es nulo por su in adaptación al medio, desacorde con los tiempos.
Pero que siga el sarao, aunque tiemblo sólo de pensar verme envuelto en el turbión a que nos puede llevar esas ansias desbocadas de tantos especuladores adoradores del dios Parné, que camuflan su ambición bajo la tupida manta con la que se han disfrazado, alegando, que se sacrifican por nuestro bien.
Salud.
Ya está todo a punto en La Albuera para que empiece la recreación de unos hechos ocurridos un día 16 de este mes del 1811, con cielos de panza burra y la mente de los contendientes preñada de nubarrones que presagiaban lo peor que le puede pasar a un soldado. No tragaron polvo no, barro, acero, pólvora y plomo. Como gavillas en formación a orillas del Chicaspiernas quedaron unos diez mil. Calcula. Todos los habitantes de ahora que tiene el pueblo, y los cercanos más algunos de fuera, yertos en mitad del campo.
Pero en las tertulias de jóvenes desesperanzados no se habla de estas antiguallas porque les parece algo secundario, si, de otro mayo, el del 68, el que se inició en Nanterre gritando aquello de “Prohibido prohibir”. Puede, que aquellos no estuvieran preocupados por su puesto de trabajo o la imposibilidad de tener acceso a un digno habitáculo. Tal vez, fue el aburrimiento y la insatisfacción inconsciente más que una voluntad política, lo que los llevó al intento de quemar el mundo para que resurgiera transformado cual Fénix alado. Sea como sea, ahora así estamos, empantanados de nuevo en los piélagos del conformismo, esperando la ayuda forzada que, no sólo a regañadientes sino ya muy cuestionada, nos llega de otros lugares donde el lema de sus gentes es el viejo “ora et labora”, o cada cual lo que merece.
Todos, cada uno a su manera, expresan casi sin pensarlo, que hay un abismo tremendo entre teorías mas que obsoletas y las sensaciones que tienen que el esfuerzo que se les exige es nulo por su in adaptación al medio, desacorde con los tiempos.
Pero que siga el sarao, aunque tiemblo sólo de pensar verme envuelto en el turbión a que nos puede llevar esas ansias desbocadas de tantos especuladores adoradores del dios Parné, que camuflan su ambición bajo la tupida manta con la que se han disfrazado, alegando, que se sacrifican por nuestro bien.
Salud.