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ALMENDRAL: La cuna...

La cuna

Una brisa de jara despeinó mi melena,
me dibuja una sonrisa, pétrea,
y pasa.

La encina corcovada del apático páramo,
con los siglos en sus ramas,
me advierte,
con su mirada cansina,
que una vez le robé su verde juventud,
condenándola a vivir meciendo
mi columpio de soga y cojín,
y que hoy muere gibada.

Como cristal ahumado
por los musgosos cantos
está la charca.
Fue improvisado escenario de ranas y sapos
en sus conciertos estivales, eternos,
descompasados, arrítmicos,
sin horario establecido,
pero mágicos.

Hoy he vuelto donde nací,
no parece igual,
todo cambia, nada queda,
solo se mantiene la huella inborrable del recuerdo.