A nosotros dos moza, nos está pasando como a aquel poco favorecido por Natura; que un día decidió seguir un camino y cuando llegó al final, él siguió andando recto y a la trocha por escarpados senderos y subiendo y bajando por el medio de los barrancos.
Se han acostumbrado tanto a nuestras salidas de tono, que han decidido que no formamos parte de su guión políticamente correcto establecido por sus cabecillas. Así, que no nos hacen ni puñetero caso.
Como dicen con toda la razón de sus mundos, el mejor desprecio es no hacernos aprecio y, de paso, no salen a relucir cuestiones que les son difíciles de digerir. Eso por un lado, y por el otro; como quienes nos entienden lo hacen “más bien rasposo”, y hay veces, dicen, que no saben si subimos la escalera o la estamos bajando, pues nos dejan con nuestro ronroneo y van a lo suyo, que el que venga detrás, que arree.
Claro, que si lo vemos desde otro ángulo, podemos pensar que el avestruz hace igual, o la almeja o el mejillón; bivalvos ambos que al percibir movimientos extraños en su entorno, se encierran herméticamente dentro de sus caparazones o, como dijo la raposa de la fábula de Samaniego, “están verdes”. Es una forma de defensa como otra cualquiera pues, en el caso que nos ocupa, nunca nadie les podrá decir eso de, “por la boca muere el pez”.
Mañana hablaremos del gobierno.
Salud.
Se han acostumbrado tanto a nuestras salidas de tono, que han decidido que no formamos parte de su guión políticamente correcto establecido por sus cabecillas. Así, que no nos hacen ni puñetero caso.
Como dicen con toda la razón de sus mundos, el mejor desprecio es no hacernos aprecio y, de paso, no salen a relucir cuestiones que les son difíciles de digerir. Eso por un lado, y por el otro; como quienes nos entienden lo hacen “más bien rasposo”, y hay veces, dicen, que no saben si subimos la escalera o la estamos bajando, pues nos dejan con nuestro ronroneo y van a lo suyo, que el que venga detrás, que arree.
Claro, que si lo vemos desde otro ángulo, podemos pensar que el avestruz hace igual, o la almeja o el mejillón; bivalvos ambos que al percibir movimientos extraños en su entorno, se encierran herméticamente dentro de sus caparazones o, como dijo la raposa de la fábula de Samaniego, “están verdes”. Es una forma de defensa como otra cualquiera pues, en el caso que nos ocupa, nunca nadie les podrá decir eso de, “por la boca muere el pez”.
Mañana hablaremos del gobierno.
Salud.