Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú. La llevé al paseo, se me resfrió.
¿Te acuerdas de la cancioncilla, mocita? Abre tu archivo si no y observa, cómo hay palabras que se van quedando rezagadas con el devenir de los días, como aquellas muselinas que, en verano, sustituían los gruesos y groseros ropajes que a algunos nos colocaban nuestras madres con la mejor de las voluntades para abrigar las carnes de las inclemencias de las escarchas negras cuando teníamos que salir al campo y, que al mojarse, pesaban más que el hambre que arrastrábamos y encima, hacían escoceduras.
Pero, hablando de esas cosas, se sabe cuando nace una palabra, pero no cuando muere, podemos decir que no muere, que como algunos dioses, dejan de ser usadas por los cárnicos del presente porque ya no las necesitan, no obstante, como el pasado condiciona el presente que enseguida deja de serlo; si nos sumergimos en la república de los clásicos que un día fueron modernos, esas viejas palabras cobran todo su sentido y revive su significado y sabor intenso, y, como esos vinos añejos se retarda en el paladar y hormiguea en el gaznate mientras calienta el estómago.
¿Y a cuento de qué? Pues verá usted señor o señora Agosto. Las palabras y los vinos, a veces hay que paladearlos para extraerle el regusto en boca. Sé, que no hay mala intención, que ha habido una interpretación echa un poco a la ligera, pero usted, yo y todos los demás, creo que debiéramos recapacitar una miaja antes de emitir algunos juicios que puede que no se ajusten a la intención emanada de algunos textos que aparecen en este foro. De todas formas, es de agradecer su rápida rectificación; pero siento decirle que este no es el foro de las gente de nuestro pueblo natal, que los que viven en el, hace ya mucho tiempo que, desgraciadamente, le han dado la espalda. Como puede ver, en el mismo solo entran cuatro gatos que habitan otros lugares (y el duendín), llevados por la nostalgia y cuyas opiniones, alegrías o sinsabores desprecian sus propios paisanos desde las profundidades de sus ombligos, castigándoles además con su más absoluta indiferencia.
Por suerte, la distancia proporciona una perspectiva más amplia y las vivencias más intensas, a veces hacen que los espíritus se hagan más tolerantes y comprendan mejor todas las tomas de posiciones y sus circunstancias.
Salud.
¿Te acuerdas de la cancioncilla, mocita? Abre tu archivo si no y observa, cómo hay palabras que se van quedando rezagadas con el devenir de los días, como aquellas muselinas que, en verano, sustituían los gruesos y groseros ropajes que a algunos nos colocaban nuestras madres con la mejor de las voluntades para abrigar las carnes de las inclemencias de las escarchas negras cuando teníamos que salir al campo y, que al mojarse, pesaban más que el hambre que arrastrábamos y encima, hacían escoceduras.
Pero, hablando de esas cosas, se sabe cuando nace una palabra, pero no cuando muere, podemos decir que no muere, que como algunos dioses, dejan de ser usadas por los cárnicos del presente porque ya no las necesitan, no obstante, como el pasado condiciona el presente que enseguida deja de serlo; si nos sumergimos en la república de los clásicos que un día fueron modernos, esas viejas palabras cobran todo su sentido y revive su significado y sabor intenso, y, como esos vinos añejos se retarda en el paladar y hormiguea en el gaznate mientras calienta el estómago.
¿Y a cuento de qué? Pues verá usted señor o señora Agosto. Las palabras y los vinos, a veces hay que paladearlos para extraerle el regusto en boca. Sé, que no hay mala intención, que ha habido una interpretación echa un poco a la ligera, pero usted, yo y todos los demás, creo que debiéramos recapacitar una miaja antes de emitir algunos juicios que puede que no se ajusten a la intención emanada de algunos textos que aparecen en este foro. De todas formas, es de agradecer su rápida rectificación; pero siento decirle que este no es el foro de las gente de nuestro pueblo natal, que los que viven en el, hace ya mucho tiempo que, desgraciadamente, le han dado la espalda. Como puede ver, en el mismo solo entran cuatro gatos que habitan otros lugares (y el duendín), llevados por la nostalgia y cuyas opiniones, alegrías o sinsabores desprecian sus propios paisanos desde las profundidades de sus ombligos, castigándoles además con su más absoluta indiferencia.
Por suerte, la distancia proporciona una perspectiva más amplia y las vivencias más intensas, a veces hacen que los espíritus se hagan más tolerantes y comprendan mejor todas las tomas de posiciones y sus circunstancias.
Salud.