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ALMENDRAL: Yo estoy siempre confundido leyendo las cosas que escribimos...

Yo estoy siempre confundido leyendo las cosas que escribimos en nuestro foro o, como dicen algunas personas de Almendral “ vuestro foro”, añadiendo a renglón seguido y seguro que sin sentir rubor, “que parece que estamos en los tiempos de Maricastaña y que es de un aburrimiento tal, que no hay quien lo aguante”. Luego de hacer un elogio a la elegancia de la sencillez en el decir y, escribir, supongo, denigra implícitamente a quienes le echan un poco de imaginación a la rutina y los manda a que vayan a desahogarse por lo menos al quinto pino. Después, sin transición y con una humildad que abruma, afirma tajantemente, que este foro es del pueblo y para el pueblo, al que hay que dejar expresarse, y que está acaparado sólo por cuatro gatos que tienen ínfulas de literatos.
Dicho de otra manera: los que aparecen por aquí, son extraterrestres, los genuinos almendralenses no pueden entrar en el porque alguien se lo prohíben, siendo como es suyo este lugar de expresión.
Atónito y casi sin color en el pellejo, me pregunto dónde habrán adquirido el título de propiedad y quienes serán esos guindillas que ejercen de cancerberos y qué estará pasando por su cerebro cuando insta a “los cuatro gatos acaparadores” a que dejen que los naturales se expresen en su lengua.
Leyendo el canto que hace a su tierra y los lugares donde vivió de chico, José Agudo León o,
el ameno libro que pergeñó con tanta ilusión y amor por su patria chica Ramón Sánchez Díez, recuerdo que el actual presidente honorífico de la Asociación de Escritores Extremeños también era hijo de esta localidad y amaba con pasión su tierra y sus maneras de hablar, aunque por su circunstancia naciera en Sevilla. Pero no sólo de poesía y de añoranzas vive el hombre, también la historia tiene cosas que decir y, al efecto, dos almendralenses y un cacereño de Malpartida han narrado con lenguaje claro, unos hechos que sucedieron, mal que nos pese, en esta población. Y lo han hecho poniéndose en ambos lados, con rigor, como mandan los cánones, como debe ser, para que no se nos olvide, para que quede constancia y lo sepan nuestros hijos, nietos y predecesores. Para que nadie sibilinamente le inculque media verdad, verdad sesgada y por lo tanto, mentira.
Ya, que los vencedores han elevado a los altares a sus mártires, es más necesario que nunca que conozcamos a los otros; a los ignorados, a sus razones y la crueldad de su muerte y la indignidad a que se sometió de por vida a sus descendientes, a los obligados a echar raíces nuevas en otros lugares.
Por eso y por otras cosas mocita, me considero con el mismo derecho o más, a visitar y escribir en tu fuente, y beber en ella sin importarme ni poco, ni mucho, ni nada, la expresiones huecas, vanas, alucinadas.
Salud.