Hoy, estoy igual que mi ordenata, o sea, colgao. Ni siquiera sé cómo decirte que no es un problema gordo que de tus caños ya no brote agua, que estén más secos que un sarmiento el Ralengo y el Tardamasa, que se derriten los Polos, que sube el nivel del mar, y que la capa de ozono cada vez se adelgace más. Que sea muy moderno construirse piscinas donde antes estaba el corral, o en la cuadra donde pernoctaba nuestra fiel caballería. Ni que sigamos regando a manta o haciendo campos de golf.
Porque nada de eso es tan grave como el desentenderse de todo lo que está pasando, ignorando adrede, que sólo el año pasado han muerto en medio del mar unos dos mil seres entre hombres niños y mujeres. De esos de los que decimos que tienen que tener papeles, aprender nuestra lengua, historia, cultura, y aceptar nuestros modos y costumbres, si es que quieren trabajar. Vamos, sobrevivir.
Y es que ahora mismo no llueve, pero lloverá. Se quitará la sal al agua de mar, reciclarán los residuos líquidos, cerrarán el grifo de la nafta y otros gases y andarán los carros con extracto de aire, pero que me cuente quien quiera de qué forma se le ponen puertas a los campos y los mares para que no las derriben aquellos que tienen hambre.
Nosotros, vosotros, los de más allá, aún estamos a tiempo de no dejar en heredad un planeta enrarecido imposible para habitar. Pero eso sí, podemos cortarle ya las alas a esa ave tan rapaz que nutre su faldriquera con tanta necesidad ajena.
Salud.
Porque nada de eso es tan grave como el desentenderse de todo lo que está pasando, ignorando adrede, que sólo el año pasado han muerto en medio del mar unos dos mil seres entre hombres niños y mujeres. De esos de los que decimos que tienen que tener papeles, aprender nuestra lengua, historia, cultura, y aceptar nuestros modos y costumbres, si es que quieren trabajar. Vamos, sobrevivir.
Y es que ahora mismo no llueve, pero lloverá. Se quitará la sal al agua de mar, reciclarán los residuos líquidos, cerrarán el grifo de la nafta y otros gases y andarán los carros con extracto de aire, pero que me cuente quien quiera de qué forma se le ponen puertas a los campos y los mares para que no las derriben aquellos que tienen hambre.
Nosotros, vosotros, los de más allá, aún estamos a tiempo de no dejar en heredad un planeta enrarecido imposible para habitar. Pero eso sí, podemos cortarle ya las alas a esa ave tan rapaz que nutre su faldriquera con tanta necesidad ajena.
Salud.