Ya que ha pasado el torbellino moza, sólo quedan imágenes fugaces del instante de echar la papeleta y el sudoko en la transparente. La pimpolla en edad de merecer que lo hace por primera vez volviendo al sitio donde le costó tanto trabajo asimilar los números integrales y que arrima la mejilla a todo el que se le pone por delante, igual que ha visto hacer por la tele a los políticos, el señor con su niño en una mano y los sobres en la otra, empeñado en que el zagalote presidente deje que sea el retoño el que los meta por la ranura, quien al final accede, el descamisado en harapos detrás de las cortinas haciendo esperar a la enjoyada que cubre sus morbideces con abrigo de piel de foca.
Quien exhibe eufórico su intención a los cuatro vientos porque está muy seguro que los suyos son la única razón y, el que luce cara larga porque percibe que su bando no tiene nada que hacer en esta ocasión
El revuelo que se arma cuando llega el elegible y le dice su interventor que todo va viento en popa aunque se haya percatado ya del naufragio que se avecina.
El cambio de turno de los uniformados y el bocata del medio día y esa amable mujer que lleva un telmo con café a los sufridos componentes de la mesa que, siendo fiesta, se han levantado al amanecer.
El despistado al que se olvidó el carné.
Llega la hora de echar el cierre y recontar, se presenta un tal Italo Calvino, alias Rezagado, diciendo que tiene que estar en esa lista porque él hace años ya que está en todas las listas.
Luego, aquí gloria y allí también y todos a descansar.
Salud.
Quien exhibe eufórico su intención a los cuatro vientos porque está muy seguro que los suyos son la única razón y, el que luce cara larga porque percibe que su bando no tiene nada que hacer en esta ocasión
El revuelo que se arma cuando llega el elegible y le dice su interventor que todo va viento en popa aunque se haya percatado ya del naufragio que se avecina.
El cambio de turno de los uniformados y el bocata del medio día y esa amable mujer que lleva un telmo con café a los sufridos componentes de la mesa que, siendo fiesta, se han levantado al amanecer.
El despistado al que se olvidó el carné.
Llega la hora de echar el cierre y recontar, se presenta un tal Italo Calvino, alias Rezagado, diciendo que tiene que estar en esa lista porque él hace años ya que está en todas las listas.
Luego, aquí gloria y allí también y todos a descansar.
Salud.