Ayer por la tarde, estuve con nuestro nuevo amigo, ese que es patrón, capitán y gerente de una embarcación de nombre Golondrina, y a surcado muchos caminos mediterráneos. Bebimos unos vinos en un gran arrabal con alcaldía propia y aterrizamos en una peña de aficionados al cante jondo, compuesta en su mayoría de catalanes con acento sureño.
Entre copa y copa se oían saetas dirigidas al corazón de una madre que tiene la cara contraída por el dolor ante el cadáver de su hijo, que arrastra penosamente sus pies tras la urna donde yace. Entre los oyentes también se veía alguna lágrima.
Decía el vizcaíno, que el alma humana tiene muchos registros y que, los buenos sentimientos afloran antes entre las gentes que saben lo que es el hambre, la lucha por la supervivencia, la comprensión de los demás, porque no lo han aprendido en los libros y que por eso les sale de forma tan natural, sin artificios, aunque luego no saben como explicarlo con palabras, por estar tan poco leídos.
Alguien recitó unos versos que dicen: En la mitad del barranco, las navajas de Albacete, tintas de sangre contraria relucen como los peces. El juez con guardias civiles, por los olivares viene.
Y es que las historias, las chicas y las grandes, se repiten más de lo deseado.
Pepiño.
Entre copa y copa se oían saetas dirigidas al corazón de una madre que tiene la cara contraída por el dolor ante el cadáver de su hijo, que arrastra penosamente sus pies tras la urna donde yace. Entre los oyentes también se veía alguna lágrima.
Decía el vizcaíno, que el alma humana tiene muchos registros y que, los buenos sentimientos afloran antes entre las gentes que saben lo que es el hambre, la lucha por la supervivencia, la comprensión de los demás, porque no lo han aprendido en los libros y que por eso les sale de forma tan natural, sin artificios, aunque luego no saben como explicarlo con palabras, por estar tan poco leídos.
Alguien recitó unos versos que dicen: En la mitad del barranco, las navajas de Albacete, tintas de sangre contraria relucen como los peces. El juez con guardias civiles, por los olivares viene.
Y es que las historias, las chicas y las grandes, se repiten más de lo deseado.
Pepiño.