ALMENDRAL: En la montaña sagrada que tiene dientes de sierra,...

En la montaña sagrada que tiene dientes de sierra, desde allí arriba, en lo más alto, contemplaba el panorama.
Un monje benedictino con cara de ser feliz, cruzó presuroso el patio de la abadía
A reunirse con sus iguales para hacer misa cantada. Y se escuchó el virolai; rosa de abril que interpretan donceles de escolania con la voz bien afinada.
Multitud con mil acentos confusos que se mezclan e interpretan con la mejor voluntad hasta llegar a entender. Más allá, valles profundos y ubérrimas planicies donde la gente se afana en sus labores diarias, y hacia el norte se divisan níveas cumbres que destacan en el azul impoluto de un cielo ya calentado por el sol que nos alumbra.
Al resguardo de los muros se levantan tenderetes donde venden miel y queso, almendras garrapiñadas y delicias para el paladar, elaboradas por campesinos expertos que ahora se han vuelto políglotas. Es el comercio; que superado ya el clan, la aldea, la nación, se ha vuelto mundo mundial y, redundando, aldea global.
Hacia el centro mesetario, la cerrazón de unos pocos que compiten entre sí para colmar su ambición, abre brechas en las almas y ciega a todos la razón, ese bien tan implorado que hizo progresar sociedades desde Astigit al Almendral actual.Pero claro, observando el panorama, el duende duda de su sombra y mucho más de las demás. Por eso dice a la moza de las aguas que irónica le sonríe, que piense mucho cuando escucha habladurías sin importancia y se centre en la cuestión con su rosa colorá.
Salud.