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ALMENDRAL: ¿Miedo? Pavor. Aún hay a quien se le abren las carnes...

¿Miedo? Pavor. Aún hay a quien se le abren las carnes sólo de pensar en para qué usaban las fogatas los familiares de aquellos que decían defender su única verdad.
Y, de la parafernalia, ¿qué? A lomos de burra, o encerrados en jaulas hechas de palos, colocado el sambenito y un capirote igualito que el actual, paseados por las calles y lapidados por el vulgo; que se holgaba tomando parte en el evento. En medio de la plaza amontonaban leña seca y, lumbre va, luego, cuando estaban bien torraditos, alzaban al éter canciones para que fuesen acogidas sus almas en los senos del amor pues, justicia, lo que se dice justicia, ya se había hecho en la tierra por el brazo secular, que era lo más natural, ya que, según decían, en las cosas de este mundo ya no entraban ni salían. Por eso, paisana, cada vez que unos enmascarados cubiertos con cucurucho toman la calle, corro como de una vara verde y si puedo, me refugio en el ancho mar.
O sea, para echarse a temblar.
Robespierre.