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ALMENDRAL: Aprovechando la bonanza de la mar después de la tormenta,...

Aprovechando la bonanza de la mar después de la tormenta, el tripartito formado por el Duende, Robespierre y Pepiño, embarcaron en La Golondrina donde, El Vizcaíno les había invitado a un día de asueto y pesca con artes prohibidas, regado todo con vino blanco de Alella. Anclaron dos millas mar adentro, a la altura de Rosas y con el caldo y la conversación, llegaron a eso que ahora llaman memoria histórica. Robespierre sacó una hoja de un viejo periódico de Badajoz y leyó en alta voz.

LA VOZ DEL SESMO.
El día ocho de julio del año mil novecientos noventa y tres, BERNARDO VíCTOR CARANDE publicó:
Ahora ya que el silencio y la deshabitación colman estos campos, donde lo extraño es que a ciertas horas (la mayoría del día) si te pones a buscar, entre sus ruinas y olvidos encuentres algún que otro habitante que no sea el erizo, la garduña, la raposa o la abubilla, recuerdo de otros tiempos a otras personas que, decidida y voluntariamente, los habitaban.
Así por ejemplo un poco más al Sur, allá donde se elevan las primeras estribaciones , magnánimes y onduladas, de la señora Sierra Morena (esa que ahora le ha dado a un canal de la Tele por sugerir, chistosamente (?) si está teñida o no) tenía su residencia intemporal, o sea, de todo tiempo, un campesino ejemplar, prócer de la intemperie, el "Señó Mojastra". Nervudo, tesonero, sesentón, de ojos vivísimos, habitaba una casumba (esa vivienda tan típicamente extremeña, circular, de un sólo techo a dos aguas; que le era al chozo algo así como el Clío al R-5, una mejora) cedida, donde asentaba de meses, de años, daba igual, de calero o carbonero autónomo, dedicado al descuaje, la roza, la quema de taramas, la eliminación de encinas, viejas o píes olvidados, raíces podridas, piedra caliza.Todo un menester secular, noble y preciso, hoy, (¡ay¡) totalmente en desuso.
Sabio, lo suyo era la industria. Una industria en el albor de la planificación, una industria prehistórica interpretada al día, donde el día era-sin la menor degradación-igual que el día aquel de Columela, Hesiodo o Virgilio. Una industria en el fiel de la sensatez y por desgracia al borde del subsiguiente precipicio.
Pues parece ser que lo natural no es norma. Por ahora. Mojastra. Gustaba de la compañía, la conversación, el pucherillo, el vino, en su soledad. Y le cegaban la candelas al rojo vivo, vivo como el sol, y la ceniza impoluta.

Ahí concluyó y, mirando Al Vizcaíno dijo: Veis, son casi iguales. Él, que tiene fina las antenas, preguntó con su voz cantarina, ¿también conoció las rejas?
Pepiño.