Hace cientos de años, cuando Carcundia existía cerca de las actuales ruinas de Astegit, había tres grupos de intereses encontrados y de ideas diferentes que disputaban entre ellos cada cuatro primaveras para ver cual organizaría la vida y cobraría los impuestos en los cuatro inviernos siguientes.
Los Gereontocráticos, habían tejido una red tan espesa de compromisos entre ellos, que siempre ganaban, e incluso, se traspasaban los cargos como si fueran vitalicios, ya que estaban seguros que sólo ellos sabían hacerlo bien y que los demás eran poco dotados y no aptos para esas tareas de tanta enjundia y, además, ¿quién cuidaría los ganados y cultivaría los campos?
Pero un día, contra pronóstico, ganó el partido que se hacía llamar Campero, seguido a corta distancia por otro que se autodenominaba Segador; quedando los Gereontocráticos prácticamente reducidos a cuatro gatos y sin poder decisorio en las cosas de la aldea. Así siguieron varias décadas, pues siempre ganaban los camperos o los segadores
En el tira y afloja de una campaña, hubo disensiones en el seno de los camperos y su anterior director (que había estado rigiendo la comunidad hasta entonces) abandonó a su grupo y se fue por libre. Los gereontocráticos pensaron eso de que la ocasión la pintan calva y, como ellos no iban a obtener nada por sí mismo, pensaron que lo mejor para debilitar a los otros era apoyar a este y así, por lo menos obtendría los votos de los estómagos agradecidos que, unidos a los suyos de siempre, les daría la ventaja para reimplantarse de nuevo.
Robespierre.
Los Gereontocráticos, habían tejido una red tan espesa de compromisos entre ellos, que siempre ganaban, e incluso, se traspasaban los cargos como si fueran vitalicios, ya que estaban seguros que sólo ellos sabían hacerlo bien y que los demás eran poco dotados y no aptos para esas tareas de tanta enjundia y, además, ¿quién cuidaría los ganados y cultivaría los campos?
Pero un día, contra pronóstico, ganó el partido que se hacía llamar Campero, seguido a corta distancia por otro que se autodenominaba Segador; quedando los Gereontocráticos prácticamente reducidos a cuatro gatos y sin poder decisorio en las cosas de la aldea. Así siguieron varias décadas, pues siempre ganaban los camperos o los segadores
En el tira y afloja de una campaña, hubo disensiones en el seno de los camperos y su anterior director (que había estado rigiendo la comunidad hasta entonces) abandonó a su grupo y se fue por libre. Los gereontocráticos pensaron eso de que la ocasión la pintan calva y, como ellos no iban a obtener nada por sí mismo, pensaron que lo mejor para debilitar a los otros era apoyar a este y así, por lo menos obtendría los votos de los estómagos agradecidos que, unidos a los suyos de siempre, les daría la ventaja para reimplantarse de nuevo.
Robespierre.