Qué razón tiene el forero de las 19.59.22 en eso que dice, que ganará la izquierda. Y en los grandes avances conseguidos después de más 40 años gobernando. Y se nota más que tiene mucha razón porque el Generalísimo se murió en el año 75 del siglo pasado, hace ya la friolera de casi 31 años y; descontando La Transición, aquella época indefinida en que todavía gobernaron los que aún no se habían definido, pues eso, más de 40 años.
Y esas grandes avenidas, y esas calles alfombradas, y esa piscina y ese polideportivo que se construye despacito. Yo, como él, veo cada vez que voy al pueblo esos grandes avances y me acuerdo cuando vivía en el, las grandes obras que nos legaron los gobernantes de siempre, desde el Duque de Feria, Don Lorenzo de Figueroa, hasta los no menos ínclitos vencedores en la Incivil. Aquel Charcón de la tía Petra, aquellas plazas, la Chica y la Grande, aquellos lugares de ocio y diversión pensados para los jóvenes, como por ejemplo, El Casino de los Señores, aquellas iglesias donde había que entrar con velo y manguitos y donde a los hijos del rojerío nos enseñaban a juntar las manos unas diligentes damas, para que pareciésemos angelitos cuando íbamos en fila india y vigilados desde las escuelas.
¿Y la iluminación? !¿Qué derroche!¡
También me acuerdo de aquellos mayores que compartían una botella de vino aguado en Casa Chaparro, mirándose antes si entre todos tenían para pagarla. DE las grandes comilonas que degustábamos comprando exquisitos manjares, al fiado.
Fíjese, es verdad, cuanta razón tiene.
Pepiño.
Y esas grandes avenidas, y esas calles alfombradas, y esa piscina y ese polideportivo que se construye despacito. Yo, como él, veo cada vez que voy al pueblo esos grandes avances y me acuerdo cuando vivía en el, las grandes obras que nos legaron los gobernantes de siempre, desde el Duque de Feria, Don Lorenzo de Figueroa, hasta los no menos ínclitos vencedores en la Incivil. Aquel Charcón de la tía Petra, aquellas plazas, la Chica y la Grande, aquellos lugares de ocio y diversión pensados para los jóvenes, como por ejemplo, El Casino de los Señores, aquellas iglesias donde había que entrar con velo y manguitos y donde a los hijos del rojerío nos enseñaban a juntar las manos unas diligentes damas, para que pareciésemos angelitos cuando íbamos en fila india y vigilados desde las escuelas.
¿Y la iluminación? !¿Qué derroche!¡
También me acuerdo de aquellos mayores que compartían una botella de vino aguado en Casa Chaparro, mirándose antes si entre todos tenían para pagarla. DE las grandes comilonas que degustábamos comprando exquisitos manjares, al fiado.
Fíjese, es verdad, cuanta razón tiene.
Pepiño.