OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

ALCONCHEL: El castillo de Miraflores se ve de todos los alrededores...

Los Panduros de Alconchel

Introducción: Hace ya muchos años, a los 14 de mi vida, empecé a escribir. No inventé nada nuevo. Escribí unas líneas en una libreta cuadriculada, para dejar constancia de algo importante que acababa de descubrir: Dios. También hice una poesía. Sobre Dios, claro. Todo eso como consecuencia de unos ejercicios espirituales, que unos señoritingos de Acción Católica nos hicieron seguir en nuestro barrio de chabolas de “C’Antunis,”Barcelona. Como lo del “Diario” era un secreto para toda mi familia, me fui al solar de los derribos de las casas de la CAMPSA, y en un montón de escombros me hice un despacho, con su mesa, su biblioteca-estantería y empecé con mi tarea de escritura:
La costumbre de ver a mi madre empezar las cartas por: Alconchel a tantos de tantos, me guió la mano y el primer borrón que hice, fue para tachar el nombre de mi pueblo. Debo reconocer, que en lo de hacer borrones he mejorado. Cada vez hago más. Corrijo, remanijo, modifico y tacho a mansalva. Pero el nombre de ese pueblo, lo tengo grabado en mi mente, y aúnque lo tache, me vuelve a salir en cuanto cojo el bolígrafo.
Bueno: decía que en mi cuaderno cuadriculado, escribí una poesía: Decía así: “Nosotros somos cruzados – cruzados hasta la muerte – pues todos somos valientes – soldados del señor... Dios es nuestro capitán.. etc.”
La cosa le gustó al jesuita que dirigía a los catequistas, que no obstante, me preguntó, horrorizado de ver tantas faltas de ortografía:
--“Y aquí ¿qué dices, hijo:” Con, pasión,” o “compasión”?
--Con pasión, padre. Uno no puede tener compasión por el señor, ¿verdad
--Vale vale. Depende por qué se tiene compasión... Pero está bién así. A partir de ahora, este será vuestro Himno de Cruzados. Benedicat vos, in nomine Patris et Fili…
Tales palabras, las tomé por cumplimientos y me confirmaron en mi decisión de ser escritor. Y desde entonces, (con grandes ausencias) he seguido con esta ingrata tarea. No sé si como decían los romanos, “Fabricando fit faber” y a fuerza de escribir...

¿Y esa primera libreta que escondí en las ruinas de la Campsa? Los de los picos y las palas, llegaron un día y cargaron mi despacho hecho de ripios en un contenedor, y todos mis “Documentos”, se fueron al garete.
Bueno la poesía no: La poesía, uno del grupo se la llevó a su hermano que trabajaba en una imprenta, y la imprimió. Le quitó todas las faltas, pero puso “Compasión” todo junto, y ¡la firmó con su nombre! Es mi primer caso de plagio. En recuerdo a aquellas primeras líneas que un día, no siendo aun escritor, escribí y perdí, empiezo mi relato con la misma palabra.

A L C O N C H E L

Es la historia de los Panduros y los pequeños, y de otros muchos habitantes de un pueblecito de extremadura, tal como la oí de la boca de mis abuelos y de mi madre, en las veladas al calor de la candela, las noches frías de los inviernos borrascosos de aquellas tierras, que incitan a creer en apariciones, demonios y hechos milagrosos. Como ellos, intento preservar para los que vengan detrás esta memoria oral, que heredé de mis ancestros.

“ Y escribes, escribes, contando cómo ves lo que pasa a tu alrededor. Pero si te miras en el espejo puede que te veas morir poco a poco: Eso es lo que cuentas ¿Llegarás a saber si algún día alguien te lee?

Terminado el lunes, 09 de octubre de 2006

ALCONCHEL Provincia de Badajoz 3.200 Habitantes Diccionario Enciclopédico. 1902.

Hace apenas cuatro años que Cuba dejó de ser Española. Con aquel americano que dijo: “To hell wit Spain”, se inició la decadencia del Imperio Español, que hubo de ceder de grado y de fuerza sus últimas colonias a la nueva nación americana ansiosa por crecer, cosa que consiguió a costa de la tan desastrosamente gobernada España.
La regente, María Cristina, cedió Puerto Rico, y perdió Cuba. Con tan buenas perspectivas: fuerzas políticas gritando al degüelle, y los nacionalistas vascos y catalanes saliendo de su letargia, el joven rey Alfonso XIII se hizo cargo del vacilante Imperio Español que ya no poseía nada allende el océano: Con sólo dieciséis años, fué declarado mayor de edad
Hace sólo tres años que Adolfo Hernández volvió a España y dos que regresó al Pueblo, después de luchar por su país durante cuatro años en aquélla isla que con el engaño (hundimiento del Maine) nos arrebataron los americanos. Él no se rindió. Pero cuando la escuadra de Cervera fué vencida frente las costas cubanas, y la bandera española fue arriada, como buen soldado, respetó las órdenes.
Aquel pueblecito de la Raya de Portugal, que empezó a existir al cobijo del Castillo que el rey Dionis portugués mandó construír y que ahora es llamado de Miraflores, en la falda del monte del monte Coluche, está situado a mitad de camino de Olivenza y de Jerez de los Caballeros, en el hueco que hacen las dos sierras, la de las Puercas y la Cobana, arrimado a la rivera Táliga.
A su alrededor, dehesas, con manchas desparramadas de jaras, zarzas y matorrales de tomillo, romero, madroñales y chumberas. En sus tiempos de dominio portugués, Don Alfonso I envió sus huestes para poblarlo. Castilla se lo arrebató una primera vez, a mediados del siglo XIII, cuando la Orden del Temple, a golpes de mandobles, empujó a los ocupantes portugueses más allá de la Raya y por encima de Olivenza, y por debajo de Évora.
Volvieron los portugueses en 1445, y se encontraron con que sus paisanos que no se habían ido, ya chapurreaban el castellano, eso sí: con un acento portugués de todos los demonios. Sólo consiguieron mantenerse aceptando las maneras de los primeros pobladores, que, sumergidos por el número creciente de castellanos, acataron las leyes y el dominio de Castilla a través de los Templarios castellanos, que les arrebataron de nuevo el pueblo y las tierras para la corona de Castilla. Don Gutiérrez de Sotomayor, fue el Señor de la Villa. Era Marqués de Piedras Albas y Bélgida.

El castillo de Miraflores se ve de todos los alrededores y es un gozo admirar sus elegantes almenas, sus tres recintos fortificados su orgullosa torre de homenaje, su patio de armas, así como los diversos cubos de defensa intercalados entre los recintos, y todos orientados hacia el sur, hacia la Raya.

De origen árabe, sufrió de la reconquista. En el siglo XII fue reconstruido por el monarca lusitano Alfonso Enríquez. Los templarios lo consolidaron, lo que lo convirtió en uno de los bastiones más potentes de esta Orden, y un punto de extrema importancia estratégica respecto a la defensa de la frontera. Fue probablemente testigo de innumerables luchas entre portugueses y castellanos; hasta que éstos se mezclaron de tal forma que nada les importaba estar sujetos al rey de España o ser súbditos de cualquier rey de Portugal.
El castillo de Coluche le daba la espalda a España, cara al sur, como si añorara su anterior pertenencia Lusa. Ahora ya un pueblo más de la España Católica, seguía mirando hacia aquellas otras tierras de la península, como si temiera una nueva incursión de los lusitanos. La realidad era que muchos portugueses venían a Alconchel, a sus conocidas ferias de ganado. La Raya, como llaman los extremeños a la frontera, con el otro país, está tocando con Villanueva del Fresno y Cheles; Cheles está a sólo dos leguas de Alconchel.

En este pueblo dos familias se mezclaron: “Los Panduros” y “ Los Pequeños” por llamarlos por sus apodos respectivos, cosa habitual en los pueblos. De ellas voy a escribir. Y de “Los Mariposos” fusión de las dos anteriores citadas: De los Panduros eran Adolfo Hernández y Carlota González. tuvieron cuatro hijos: Consuelo, Manuel, Antonio y Justo.
De los Pequeños, El padre: Domingo Hernández (primo Segundo de Adolfo) la madre Juana Sánchez. Y sus Hijos: Fermina, Manuel Francisco y José. De Manuel y Fermina, salió la rama de los “Mariposos” O sea, Manuel (Loly), Marina, Juan de Dios (Fallecido a las pocas semanas de nacer) Justo, Domingo y Adolfo. De estos últimos, Adolfo ya no nació en Alconchel. Pero éso es ya harina de otro costal, como hubiera podido decir el Sr. Manuel especialista en sus tiempos de harinas pan y costáles.

Volvamos a Alconchel, y al 1902:

Amanece. Por la sierra Ganada, (Sierra de las Puercas) entre el Monte del loiterón, y la Sierra del Zarzoso las dos que se juntan con la de Santamaría, y la vaguada de la plata. “La sola cosa que tiene Táliga mejor que Alconchel, es el primer rayo de sol” Dicen los Alconchenses. Ese Sol, que ahora está empujando unas nubecillas blancas, sin mayor maldad, que sólo le quitan luz unos instantes.
En los tejados de la Iglesia de N. Sª. de Los Remedios y en los de las casas altas de la calle Luenga miriadas de gotas del rocío reflejan los rayos de sol provocando la aparición de Iris que revoletean y descienden por entre los huecos de las tejas color bermellón. Colgado de las sogas, “Benito el Asustao” lanza la “gorda”, la campana de la iglesia Mayor, que avisa de la misa primera: Al volteo de la campana, los iris nacen al rededor del badajo y del yugo, y se extiendes en ondas violetas naranjas, resbalan salpican...

Al tronar de las campanas, las cigüeñas quitaron el nido del campanario, pero después de dar unas vueltas en azulado cielo, volvieron al cuidado de sus pequeños.

De los corrales de la Calleja de los Canónigos, los cantos de los gallos saludan el nuevo día. Muy lejos, como un eco de cencerros, es, en el corralón del Lejio, la prueba de que los toros están saliendo ya a pastar. Un perro ladra por el pinar del Cementerio Nuevo, y un cabrero le silba con estridencia, mandándole callar. Amanece...
En la capilla Nueva, en la Corredera, Dom Renato espera un poco más por si viene a misa alguna otra vieja. Con desilusión, mira hacia las sillas y reclinatorios vacios: No hay un sólo hombre, ni joven ni viejo...

 “En éste pueblo son todos unos herejes!” piensa. ¿Por qué tocan las campanas? ¡Sordos! ¡Herejes!