Su introducción en Europa data de la Edad Media y, al parecer, se produjo desde
España a través de los comerciantes árabes. Desde entonces, se extendió el cultivo de la berenjena con gran éxito en los países templados bañados por el Mediterráneo. Pese a ello, durante siglos, la berenjena fue estimada de forma exclusiva como
adorno exótico porque existía la creencia de que su consumo provocaba enfermedades.