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S. XVI - Aparición de la Virgen de la Cueva Santa

Fue a comienzos del Siglo XVI, cuando un pastor que frecuentaba la cueva halló la imagen de la Virgen.
Jose Ángel Planillo Portolés, señala hola us en sus investigaciones posibles fechas a la aparición de la imagen de la Cueva Santa: <<El José de la Justicia data estos hechos "ajustado el cómputo a lo probable, (hacia) el de 1508, poco más o menos". El Padre Alfaura, en sus "Anales de Vall de Cristo..." dice que fue hacia 1503. Ernesto Bonet en su trabajo "Algo sobre Nuestra Señora la Virgen de la Cueva Santa" recoge otroa autores como el Padre Marés, que apunta al año 1507, en su trabajo "Finis Troyana", el Doctor Chiva la fecha en 1500 en su "Compendio de la Historia de la Virgen de la Cueva Santa"; o Don Pedro Moro, que afirma que sucedió en 1504. El grupo Espeleológico La Senyera, en 2007, barajó la posibilidad de que la aparición fuera en el año 1516, apoyándose en ciertas inscripciones grabadas en la piedra de una galería repleta de grabados que podrían ser el primitivo lugar sagrado de la Cueva Santa.>>
El culto inicial fue cayendo en desuso hasta casi olvidarse. Los historiadores ponen como causa primordial los hechos políticos que ocurrieron en 1520 y años que siguen, y que reciben el nombre de "Las Germanías". No parece haber lugar a duda que desde los comienzos de la devoción a Nuestra Señora de la Cueva Santa se cuidaron del culto y necesidades de los devotos las autoridades de Altura, Jurados y vicario, según lo prueba el haber levantado altar para el culto y albergue para los visitantes.
En un primer momento dicha Cueva estuvo vinculada a tres colectivos; en primer lugar, a los pastores, que serían los que llevarían la imagen; en segundo lugar, a los leprosos, ya que, según la tradición, la imagen fue descubierta por el matrimonio Montserrate, expulsado de Jérica porque el marido padecía la lepra, y en tercer lugar, a los moriscos del arrabal alturano.
Que los moriscos entraran en la Cueva no sentaba muy bien en aquella época y el Obispo Salvatierra llegó a decir: "Al llegar, bajaban a lo profundo de la cueva, se postraban ante la Sagrada Imagen con profunda inclinación, bebían agua si la dolencia era interna o la lavaban si era externa y la Virgen era tan compasiva con esa confianza que muchas veces quedaban curados sin más, e incluso más pronto que a los cristianos viejos que a ella acudían".
Estos moriscos no tardaron en ser expulsados, pues en 1525, en una "Historia de Portaceli", aparece la fecha exacta de la expulsión de los moriscos de Altura por parte de Vall de Crist: "Se hicieron muchos al monte, que juntos con los de Segorbe i Vall de Cristo, hasta quatro mil se retiraron a la Sierra de Espadán, de donde hazían surtidas para robar...". Ese mismo año el Prior Marqués se hace eco en su libro de la expulsión de 1525: "Lo monestir llança los moros del raval y poblá de chritians". Ya entre 1550 y 1560, los Jurados de Altura y el Vicario Perpetuo, construyeron la casa de abajo para albergar a las personas que se acercaban, de manera especial los pastores.
En 1574 renace la devoción a la Virgen de la Cueva Santa con la curación de Juan de la terrible lepra que padecía, acompañado de la Monserrada, su mujer. Juan y la Monserrada se hacen santeros de la Cueva y entregan las ofrendas recogidas al vicario de Altura y a los Jurados. Con estas ofrendas se realizan las primeras obras: casa de abajo y casa de arriba, para los peregrinos y para los santeros respectivamente. Durante el pontificado de Ruiz de Liori (1579-1582) empezó a tener renombre la imagen de la Cueva Santa en su intervención en rogativas solicitando lluvia, lo que impulsó el canónigo Jerónimo Decho y su familia, que era la propietaria del lugar donde estaba la cueva con la imagen, construyendo un pequeño altar y una reja que lo cerrase, e iniciando la celebración de cultos en aquella estancia. Comienza un profundo amor a la Virgen de la cueva por toda la comarca y a partir de 1580, cambia el existir de la cueva. Se preocupan de ella y de su adecentamiento, tanto el vicario de Altura como sus Jurados. Se recogen limosnas y donaciones con que acudir a su adecuación y progreso, se asegura morada al ermitaño y acompañantes, lo mismo que lo indispensable a los devotos que desean pernoctar. Gracias a los prodigios de la Virgen de la Cueva Santa, llegan las expresiones de agradecimiento, como son las limosnas y los donativos. Son tan numerosos que pronto se han de vender en almoneda pública en la plaza de Altura. Los Jurados de Altura y el vicario, son los que cuidarán de esta labor con el permiso del Obispo de Segorbe.
En 1584 el Obispo Salvatierra manda a los administradores (Jurados y vicario) hagan algunos arreglos para la capilla y rendir cuentas de las limosnas recibidas. La administración de los bienes de la Cueva Santa la llevaban las autoridades de Altura y así consta que el 10 de junio de 1583, Alejo Decho fuera nombrado administrador por el Justicia, y consejo de Altura para los bienes y limosnas de Nuestra Señora de la Cueva Santa. Continúan los diversos administradores que rinden cuentas anualmente al Obispo de Segorbe en la persona del vicario general.
En 1592 la Cartuja de Vall de Crist, concretamente un 3 de junio, tomó posesión del Santuario alegando que eran señores naturales de esta villa y por tanto les correspondía la dirección y administración.

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