ORIHUELA: AQUEL SOLDADO EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE ALBATERA,...

AQUEL SOLDADO EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE ALBATERA, ORIHUELA, ALICANTE.
Aquel soldado, del ejército llamado nacional, que había cumplido el servicio militar, estando la segunda republica española en vigor, ya que fueron los años de 1934, cuando estando en su servicio militar en Salamanca, en el cuartel de ingenieros, tuvo que ser llevado hasta Asturias, en aquel mes de octubre, donde este hombre castellano, conoció los horrores de la guerra, y conocer de cerca, al General López Ochoa, y la casa donde estuvo resguardado, de los disparos de los mineros de Asturias, que le marcaron para siempre, ya que su pensamiento era de un hombre tranquilo, y sin muchas ideas políticas. Sin haber pasado un año, de haberse licenciado de la mili, le hicieron alistarse a la fuerzas, de los rebeldes que derribaron la segunda republica, en el mes de agosto, de 1936, en las tierras de Valladolid. Toda la guerra incivil la paso sufriendo, un hermano y tres cuñados, murieron en la contienda, algunos en dudosas circunstancias, aún por aclarar, y el hermano, llevándole en una ambulancia camino del Hospital, en Brunete, Madrid, un proyectil de un cañón, deshizo la ambulancia, todo aquel cumulo de cosas, le hicieron ser abstemio, y sin dejar de acordarse de aquel entorno feliz que tuvo en su tierra, antes de ir al servicio militar, Al iniciarse la guerra, le llamaron para alistarle, y el no a ver acudido, le hubiera costado el fusilamiento inminente, ya que aquellos días era imprevisible, lo que le podía pasar a cualquier ciudadano, por el mero hecho de haber quitado la novia a un falangista, o que te debieran dinero por cualquier trabajo, en la zona de La Profunda Castilla, nadie estaba seguro, cualquier denuncia o mal querer, podías terminar en cualquier cuneta o pinar, Toda la guerra la paso entre las balas, y algunos días suministrando, víveres, armamento y municiones, estando en diferentes frentes de batalla, cómo Guadarrama, Navalperal de Pinares, Brunete, Cuesta de La Reina, y en la Ciudad Universitaria de Madrid. Donde el final de la guerra le cogió. Y desde allí derecho en un camión del ejército a Valencia, con un día entero de carretera. Sin tardar muchos días, fue llevado a la Ciudad de Alicante, y después hacia Albatera, Orihuela, donde este hombre conoció de cerca, el mal destino de muchos seres humanos, comentando cuando en la televisión veía, los campos de exterminio nazis, siempre decía lo mismo. “Esto lo vi yo de cerca en Albatera, Orihuela, donde a los detenidos, se les quitaba todo de encima, y era echado en un saco, digamos relojes, cadenas, medallas, anillos, dinero y otros objetos, sin poder aclarar que se iba hacer con todo aquello, que les fue retirado, o cómo se decía entonces, comisado”. El Hombre aquel, su mente funcionaba a la perfección, cuando relataba todo lo vivido, en aquella primavera y verano de 1939. Hasta verse licenciado, a finales de agosto de 1939. Donde muchas veces se jugó su propia vida, por sacar cartas dentro de su pecho ocultas, para las familias que no sabían nada de sus familiares. El hombre aquel, no estaba nada contento viendo aquellas maneras, de tratar a las personas, y encima algunos mayores con mucha educación, Pero según este hombre, de nada valía ser educado, todas las mañanas al amanecer, sonaban los disparos del pelotón de ejecuciones, Y algunos de los guardianes, quizá se alegraban de oír disparos, pensando en que todo aquello acabaría pronto, sin dejar nadie vivo de los que se opusieron, a las fuerzas sublevadas, a veces parece que entre los soldados, no existía mucho compañerismo, y los que sentían más humanismo, por los que allí sufrían, eran peor tratados. Más la dignidad de algunos soldados, se dejaba notar entre los detenidos, que les trataban cómo seres humanos, que algunos de sus jefes, les gustaba tratarlos cómo endemoniados. Aquel hombre cuando llego la hora de su muerte, en los finales del siglo XX, se confesó con sus hijos, diciendo… “Tengo las manos limpias, nunca mate a nadie, jamás abuse de mí situación, y sí me la jugué algunas veces, ayudando a los reprimidos, quiero morir en paz, y dejando a mis hijos, la lección del respeto y amor al prójimo”… G X Cantalapiedra. P. D. Hoy aquel campo de concentración es, San Isidro de Albatera.