MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT
Puede que pasen los años
sin apenas darnos cuenta,
y que subamos peldaños
en cualquier penosa cuesta.
Miguel nos marco caminos
desde su sufrida infancia,
y en sus versos siento trinos
de valor y de arrogancia.
Miguel con versos de acero
en los campos de batalla,
humano pero sincero
nos demostró bien su talla.
Parece que el tiempo vuela
y sus libros se publican,
dicen que allí en Orihuela
sus versos se multiplican.
Miguel de barro y de acero
entre censuras impuestas,
le hicieron un caballero
para abrir todas las puertas.
Libres sus versos volando
van recorriendo caminos,
entre voces que cantando
parecen que son divinos.
Miguel le siento presente
cuando piso en Alicante,
su tumba me da aliciente
en ese lugar pensante.
La historia sigue adelante
con sus huellas y destinos,
su sombra sigue constante
lo dicen los adivinos.
Los caminos de la vida
nunca saben sus finales,
aquella vida perdida
es poesía a raudales.
G X Cantalapiedra.
Puede que pasen los años
sin apenas darnos cuenta,
y que subamos peldaños
en cualquier penosa cuesta.
Miguel nos marco caminos
desde su sufrida infancia,
y en sus versos siento trinos
de valor y de arrogancia.
Miguel con versos de acero
en los campos de batalla,
humano pero sincero
nos demostró bien su talla.
Parece que el tiempo vuela
y sus libros se publican,
dicen que allí en Orihuela
sus versos se multiplican.
Miguel de barro y de acero
entre censuras impuestas,
le hicieron un caballero
para abrir todas las puertas.
Libres sus versos volando
van recorriendo caminos,
entre voces que cantando
parecen que son divinos.
Miguel le siento presente
cuando piso en Alicante,
su tumba me da aliciente
en ese lugar pensante.
La historia sigue adelante
con sus huellas y destinos,
su sombra sigue constante
lo dicen los adivinos.
Los caminos de la vida
nunca saben sus finales,
aquella vida perdida
es poesía a raudales.
G X Cantalapiedra.