Aunque las obras de consolidación se sucedían, en 1666 se llamó al maestro Pedro Quintana para que dictaminase el estado del
edificio y las reparaciones más urgentes. Quintana, en un inquietante informe, propuso el cierre preventivo de la
iglesia y su inmediata reconstrucción. Pero la falta de recursos económicos hizo que la
Fábrica efectuara únicamente las obras más indispensables, como la reparación del
campanario en 1670.